Hace Varios Años, una amiga conversó con nosotros justo antes de una reunión que el Departamento de Redacción del Journal, Sentinel y Heraldo celebró con los colaboradores de nuestras publicaciones periódicas. Se trataba de una persona que de ninguna manera abordaba las cosas con rodeos. Muy francamente nos dijo que habíamos sido negligentes al no darle información profesional más específica acerca de cómo escribir. Esperaba obtener esto en la reunión.
Después de la reunión, nos dijo que creía haber obtenido una perspectiva un tanto diferente. Había vislumbrado algo nuevo acerca de la base espiritual que tiene que fundamentar los escritos para nuestras revistas. A propósito, esta persona progresó hasta convertirse en practicista de la Ciencia Cristiana, y ahora es una continua colaboradora de nuestras publicaciones periódicas.
En cierto modo, el escribir para nuestras revistas religiosas tal vez pueda compararse al ejercicio de aprender cualquier técnica que requiere una disciplina exigente, como, por ejemplo, esquiar o tocar el violín. Para escribir, se tienen que aprender reglas y conocimientos prácticos, o sea, escribir con claridad y no muy extensamente. Evitar frases trilladas. Adherirse a un tema principal, y así por el estilo. Pero hay una gran diferencia entre la disciplina que se necesita al escribir para las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana y la que se necesita para dominar cualquier otra técnica (inclusive la de escribir sobre otros temas). La diferencia estriba en que se supone que esta literatura no sólo tiene que proporcionar información sobre un tema determinado, sino que tiene que tener un efecto sanador.
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