Es Con Profunda gratitud a Dios que deseo relatar una curación que tuve por medio de la Ciencia Cristiana. Hoy soy Científico Cristiano a consecuencia de esta demostración del amor de Dios por mí.
En 1986, cuando estaba jugando rugby, me llevaron con urgencia a una clínica grande (donde mi padre trabaja como médico) en la capital de Zaire [Kinshasa], debido a dolores en el pecho. El médico que me examinó, me dijo en presencia de mi padre que yo tenía un corazón débil, y que solo tenía algunos días de vida. Cuando oí este veredicto, lloré creyendo que me iba a morir.
Cada mañana venía una mujer para consolarme. Al principio, yo no comprendía muy bien sus comentarios, pero a consecuencia de sus visitas, me olvidé de mi tristeza, dando lugar a la alegría. Cuando dejé la clínica había mejorado mucho. De regreso en casa, echaba de menos a esta señora y estaba obsesionado con pensamientos de muerte. Me encerré en mí mismo, y no veía ni a mi familia ni a mis amigos. Un mes después de salir del hospital, tuve una recaída. Los medios materiales no podían sanarme. De acuerdo con el médico, todo lo que podía hacer era esperar la muerte.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!