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MENSAJE DE LA JUNTA DIRECTIVA

La humanidad en su búsqueda de la salud

Del número de enero de 1992 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Las Congregaciones Cristianas oran con regularidad por aquellos que están enfermos. A menudo estas oraciones se ofrecen cuando los medicamentos y la cirugía ya no pueden ayudar. En esas ocasiones el enfermo no tiene literalmente otra alternativa más que la oración. Los ministros cristianos han orado junto a la cama de incontables personas conforme al espíritu de lo que dice el Apóstol Santiago: “¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia... Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados”. Un miembro o ministro de la iglesia pensaría que sería inhumano hacer algo menos. Orar es cristiano.

Sin embargo, en otras circunstancias la actitud de la sociedad hacia la oración muestra el efecto de un mundo cada vez más secularizado. El secularismo trata de distanciar a la religión de aquellas áreas de la experiencia humana donde la influencia religiosa siempre se ha aceptado, y donde la perspectiva espiritual tiene mucho que ofrecer. Todo esfuerzo por separar la salud de la curación, la compasión y el cuidado, en la vida religiosa de la humanidad es mucho más que un descuido, es contraproducente. Las enseñanzas de Cristo Jesús claramente introducen la influencia del cristianismo en todos los aspectos de la vida diaria.

Cristo Jesús, a quien los cristianos consideran el ejemplo supremo, era un sanador. Sus enseñanzas no eran una teología o filosofía abstractas. El predicó que el reino de Dios está cerca; revivió el sentido moral de las personas y relacionó estas verdades espirituales con la seguridad y la salud. Sanó sin drogas ni la medicina de su época. Dijo: “El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también”.

En lugar de desechar las numerosas obras sanadoras que describe la Biblia por considerarlas fábulas o supersticiones, los hombres y mujeres de la época actual tienen mucho que aprender de esos relatos. Es necesario que se considere seriamente que aunque Cristo Jesús, hombre de sabiduría espiritual incomparable, vivió hace dos mil años, nos enseñó no sólo sobre la ética sino sobre la naturaleza misma del hombre y del universo, y cómo esa comprensión sana la enfermedad. De otra forma, la religión es mutilada y pierde hasta su influencia en la moral.

La Ciencia Cristiana se esfuerza por fortalecer en los cristianos la comprensión de que las curaciones de Cristo Jesús están basadas en la ley espiritual. Revela que esta ley es tan poderosa y practica hoy en día como lo era en los tiempos bíblicos. Las obras de Jesús demuestran que la enfermedad no es la voluntad de Dios ni tampoco está ordenada en las leyes más básicas del universo. Dios es la fuerza suprema de la vida del hombre, y esta verdad es la base de la curación genuina. Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, dio un sermón titulado: “La idea que los hombres tienen acerca de Dios: sus efectos sobre la salud y el cristianismo”. En el mismo ella explica que la opinión que tienen los cristianos de la naturaleza de Dios y del hombre como la semejanza de Dios, tiene una influencia directa en la eficacia de la oración. Un himno cristiano lo expresa así: “A cuánta paz perdemos el derecho, y cuánto dolor innecesario padecemos, / porque no llevamos todo a Dios en oración”.

Hay una enorme diferencia entre lo que el público piensa que es la oración y lo que Jesús enseñó y practicó. Para muchas personas hoy en día, la oración misma o es un misterio, o comprende un ritual, o bien son palabras vacías. “Mis oraciones no funcionan” es un lamento que no se puede ignorar. Nuestro Maestro oró y enseñó a sus seguidores a orar. El relato del Apóstol Pedro orando junto a la cama de Dorcas, ilustra el poder espiritual que tiene la oración.

Durante trescientos años después del ministerio de Jesús, la práctica de la curación cristiana fue un aspecto normal de la vida cristiana. Al descubrirse la Ciencia Cristiana hace poco más de cien años, se recuperó la eficacia de esta práctica religiosa. Hoy en día, cristianos de muchas denominaciones religiosas están activamente comprometidos en servicios sanadores y oraciones para los enfermos. Gente de todo el mundo ha encontrado que la curación cristiana es una posibilidad práctica. Ha transformado su salud, tanto mental y moral como física. Han encontrado que el poder del Cristo también los ha hecho mejores ciudadanos y colaboradores más eficaces en el mejoramiento de la humanidad.

La práctica de la Ciencia Cristiana se apoya en la libertad de elección; no es coercitiva, ni tampoco critica a aquellas personas que recurren a otras formas de atención. Los Científicos Cristianos sienten el más profundo respeto por la compasión y el tremendo compromiso personal de tantas personas que trabajan en las profesiones médicas tradicionales. Pero cuando la oración se usa como el verdadero método de tratar las enfermedades, ha probado ser más eficaz cuando se confía en ella exclusivamente. Si bien el enfoque totalmente médico y el enfoque totalmente espiritual difieren entre sí, cada uno de ellos revela el anhelo natural y el compromiso del corazón de aliviar el sufrimiento.

La Iglesia de Cristo, Científico, fue establecida para preservar y diseminar los beneficios de este elemento vital de la práctica cristiana. Ha alentado a las personas a ampliar su amor por Dios y el hombre. Es cierto, la sociedad nunca ha apoyado verdaderamente el vivir de acuerdo con los preceptos de Jesús, ni tampoco ha sido fácil cumplirlos. Como resultado de su experiencia personal es que la Sra. Eddy habla de la cruz como “el emblema central de la historia” (Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras).

Cuando se considera de manera imparcial, el registro de salud y bienestar de las personas que han recurrido a la Ciencia Cristiana en busca de ayuda, es bastante notable. Unos pocos enjuiciamientos ampliamente divulgados que han ocurrido cuando el registro no ha sido perfecto, han hecho que los miembros de la Iglesia se hagan un profundo examen de sí mismos. Sin embargo, el examen honesto de la amplitud y solidez general de la curación cristiana que practican los Científicos Cristianos muestra una contribución a la salud y al bienestar de la sociedad que merece ser considerada en lugar de ser expuesta a la intolerancia y a la represión organizadas.

La humanidad busca la salud debido al continuo sufrimiento que experimenta a pesar de los enormes avances tecnológicos, por la aparición de nuevas enfermedades, el creciente costo de la salud pública, aunado a cuestiones morales y éticas. Por lo tanto, no debe ser contranatural que la humanidad vuelva a examinar la vida y obras de Jesús, quien más que ninguna otra persona en la historia logró aliviar el sufrimiento. La curación cristiana, al igual que el cristianismo, no está fuera de moda. Es probable que sea el momento de que personas de todas las religiones consideren la contribución que la curación cristiana puede hacer a la humanidad en su búsqueda de la salud.

Pedid, y se os dará;
buscad, y hallaréis;
llamad, y se os abrirá.
Porque todo aquel que pide, recibe;
y el que busca, halla;
y al que llama, se le abrirá.

Mateo 7:7, 8

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