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Me Siento Muy agradecido por...

Del número de enero de 1992 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Me Siento Muy agradecido por la protección de Dios. Hace algunos años mi trabajo me exigía viajar considerablemente recorriendo un vasto territorio. La mayoría de las veces viajaba en automóvil por carreteras muy accidentadas. Durante este período nunca experimenté ningún problema, aun cuando tenía que viajar largas distancias por áreas totalmente despobladas.

Durante la estación de lluvias viajaba generalmente por tren porque los caminos se ponían intransitables. Fue en uno de estos viajes que experimenté lo que para mi fue un ejemplo notable de la protección divina.

Poco antes de dormirme en mi compartimento, comencé a leer una novela, pero no había leído mucho cuando me sentí impulsado a dejarla de lado y leer Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. Después de leer por algún tiempo y de sentirme muy cercano a Dios, me quedé dormido. Varias horas después me desperté al ser arrojado fuera de la litera más alta. Sin darme cuenta de lo que estaba pasando, mis manos se dirigieron exactamente hacia los lados sirviéndome de abrazaderas e impidiendo que fuera arrojado contra la pared del carro, evitando así que sufriera alguna contusión. Sin lugar a dudas esta fue una evidencia de la "presencia" de la Mente.

Sin que nadie lo supiera la fuerte lluvia había convertido un arroyo que debíamos cruzar en un torrente turbulento de casi veinticinco pies de profundidad. Esta inundación había arrastrado un árbol contra el puente de madera que cruzaba el arroyo y lo había debilitado. Cuando el tren iba a mitad de camino sobre el puente, éste se desplomó. El carro en el que yo viajaba osciló en un ángulo de noventa grados antes de golpear contra las rocas a un lado del arroyo.

Cuando comencé a darme cuenta de lo que estaba sucediendo, sentí una profunda gratitud por esta protección, no solo por mí mismo sino también por mis compañeros de viaje, quienes tampoco sufrieron heridas. Después de varias horas fuimos trasladados a una estación del ferrocarril, desde donde pude llamar a mi esposa antes de que dieran las noticias por la radio. Le pedí que se pusiera en comunicación con un practicista de la Ciencia Cristiana para que me ayudara con su oración porque aparentemente yo estaba sufriendo una conmoción.

A su debido tiempo (aproximadamente dieciséis horas más tarde) llegamos a nuestro destino en la costa, en donde unos amigos salieron a mi encuentro y me llevaron al hotel. Durante toda esta experiencia me aferré al último versículo del Salmo 121 que dice: "Jehová guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre". (Desde esta experiencia este versículo ha formado parte de mi oración diaria.) Para cuando llegué a la terminal en la costa ya me sentía mucho mejor, y a la mañana siguiente la curación había sido completa.

Además de este ejemplo del cuidado de Dios, he sanado de herpes zoster, tensión nerviosa, hernia, influenza, catarro, y he podido enfrentar otros desafíos. Conozco la Ciencia Cristiana desde mi niñez y he experimentado muchas curaciones solo por medio de la oración; así que estoy profundamente consciente del poder del Cristo. Expreso mi gratitud a la Sra. Eddy por su amor desinteresado con el cual nos explicó esta Ciencia práctica y sanadora.


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