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“¿Quién toma en serio la curación espiritual?”

Del número de enero de 1992 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En El Curso de los años el Heraldo ha examinado el rumbo de los acontecimientos en la medicina, la doctrina teológica, la educación, la cultura popular, los trastornos políticos y temas por el estilo. Pero quizás el rumbo de ningún acontecimiento reciba más atención minusciosa o se acerque más al propósito que sustenta esta revista que el interés cada vez mayor en la curación cristiana que tienen las otras denominaciones religiosas.

El Heraldo sigue tomando nota en forma detallada de esta tendencia, en artículos y editoriales, en su columna titulada “Reflexiones”, y, ocasionalmente, en extractos más largos de entrevistas y artículos escritos por personas de otras denominaciones religiosas que piensan en el tema con profundidad. Algunos de los escritos más proféticos de la Sra. Eddy tratan de su expectativa acerca de que la curación cristiana en sus diversas formas y aproximaciones sería cada vez más aceptada y practicada entre otras denominaciones religiosas.

Robert Webber, miembro de la Iglesia Unida de Cristo, es profesor de Estudios del Nuevo Testamento en el Seminario Conciliar de Lancaster en Pensilvania. En un seminario realizado en la universidad Franklin y Marshall en Lancaster sobre el tema “Reconsideración de la curación espiritual”, habló acerca de la evidencia histórica de la curación en los comienzos de la Iglesia cristiana.

Es importante no pasar por alto las significativas diferencias teológicas que existen entre las enseñanzas de la Ciencia Cristiana y las convicciones de los que están explorando la curación cristiana. Una discusión más a fonda podría, por ejemplo, poner de manifiesto una cantidad de aspectos en los que el Dr. Webber difiere con la metafísica y la teología de la Ciencia Cristiana. Pero pensamos que los lectores del Heraldo estarían interesados en leer algunos extractos de su charla que destacan la inseparabilidad que hay entre la misión salvadora de Jesús y sus obras de curación. Estamos muy agradecidos al Dr. Webber por permitirnos compartir algunos de sus coment rios con un público más amplio.

Comentarios del erudito Robert Webber sobre el Nuevo Testamento

El tema del panel es “¿Quién toma en serio la curación espiritual?” y la esencia de mi presentación es responder a la pregunta de la siguiente manera. La gente que toma la Biblia en serio debería tomar en serio la curación cristiana.

¿Y quién toma la Biblia en serio? Es una buena pregunta para la época en que vivimos. Tal vez deba agregar seriamente, aunque quizás no literalmente. ¿Quién toma la Biblia en serio? Ser cristiano en parte significa tomar la Biblia en serio.

Ser cristiano es encontrar en la Biblia la historia de mi familia, esa historia que me relata de dónde vengo y, por lo tanto, quién soy yo, y qué tipo de carácter debo fomentar. Reconozco que la autoridad de la Biblia se basa en su poder para moldear la identidad y el carácter, la creencia y el comportamiento, dentro de la comunidad cristiana.

Ahora bien, cuando los cristianos recurren a la Biblia, ¿qué es lo que aprenden sobre la totalidad y la curación que debería moldear su identidad y su carácter? ¿La respuesta? ¡Muchísimo!

Jesús fue en su proyecto humano un reformador o un restaurador de Israel que predicó el amanecer del reino de Dios, que enseñó una moralidad rigurosa y una sabiduría que traía felicidad. El también sanó. Realmente lo hizo.

Ahora bien, hay relatos de mucho mayor contenido y más persuasivos acerca de lo que es verdaderamente importante en la historia bíblica, además de la curación en el sentido usual de la palabra, especialmente si incluimos el Antiguo Testamento tal como deberíamos hacer.

Hay incontables maneras de capturar en una frase o en un pensamiento lo que constituye el impulso central de la Biblia. La curación ocupa su lugar en cada una de estas versiones de la historia cristiana. Lo que quiero decir es que si la curación en el sentido común de la palabra, no es el centro de la versión cristiana del relato, todavía es posible utilizarla metafóricamente para referirnos a todo lo que el Dios de la Biblia desea hacer con la gente.

He dicho que Jesús sanó; y en realidad lo hizo. Es una afirmación histórica. Y deseo tomar unos minutos para hablar acerca del material del Nuevo Testamento como un historiador de ese período.

Hubo modelos de sanadores y de curaciones en Israel. Elías y Eliseo hicieron milagros semejantes a los de Jesús. Abraham sanó a Abimelec por medio de la oración, Moisés sanó a Miriam intercediendo a través de la oración y así sucesivamente. La gente consultaba a los sacerdotes para hacer frente a la lepra; a veces consultaban a los médicos. Y tenemos esta grandiosa declaración que impartió Yahweh al pueblo de Israel en el desierto: “Yo soy Jehová tu sanador” (Ex. 15:26). Para mí, esto constituye una declaración simbólica de la intención que tiene Yahweh para toda la gente.

En el mundo mediterráneo del primer siglo se produjeron numerosas curaciones. Entre la clase media y alta de Grecia, el culto a Esculapio, el dios de la curación, era altamente floreciente. ¿Acaso soy un crédulo por aceptar que la gente fue realmente sanada debido a esos diferentes ministerios? Pienso que no. Como historiador sensible a lo que se denomina sociología del conocimiento, creo que no debo imponer mi sentido de la realidad a otras culturas y épocas. Tenemos verdadera documentación muy importante de gente de esa época que pensó que fue sanada.

Algunas personas quizás se sientan perturbadas ante lo que pareciera despojar a Jesús de su condición singular. Pero esa singularidad de Jesús se encontró en otra parte. Sostengo que la función sanadora de Jesús, es un hecho histórico establecido y que la gente lo vio de esa manera. La actividad sanadora se destaca en todos los aspectos de la tradición de los evangelios. Aun los peores adversarios de Jesús reconocieron que él sanaba, aunque pensaban que era a través del poder de Beelzebú.

En una ocasión, Jesús envió a sus discípulos a sanar y a asumir autoridad sobre los espíritus inmundos. Esto no indica exactamente que la curación debía ser su única ocupación, sino que implica una continuidad, una conexión, entre la labor sanadora de Jesús y las iglesias contemporáneas.

La Iglesia primitiva continuó orando por la gente y sanándola en el nombre de Jesús. Algunos de los relatos en Hechos de los Apóstoles dan la impresión de que han sido cambiados un poco con fines de propaganda. Pero el Apóstol Pablo estaba enterado de las curaciones que hubo en sus iglesias, incluso basó uno de sus argumentos en el hecho de que los Gálatas sabían qué señales y maravillas, inclusive curaciones, habían sido efectuadas entre ellos (Gál. 3:1–5).

Por lo tanto, si alguien necesita una buena evidencia histórica, tiene donde encontrarla. Me doy cuenta de que la mayor parte de la gente realmente no necesita eso. Están dispuestos a tomar los relatos de los evangelios tal como están. Pero aquellos que sienten la necesidad de buscar evidencias históricas, pueden encontrarlas allí. La curación fue parte de la fe Israel, una parte importante de la actividad de Jesús y de la Iglesia primitiva.

El hecho de la curación en la Biblia es tan importante como el significado que se otorga a ese fenómeno. En los sistemas religiosos que conozco, la curación es una señal de algo, de algo que va más allá de sí misma. ¿Qué indica la curación en la Biblia? Concentrémonos en la figura de Jesús. El era compasivo, pero no sanaba simplemente porque sentía pena por la gente. ¿Por qué sanaba Jesús? ¿Qué significado le daba Jesús a la curación?

Recordemos las palabras de Jesús: “Si por el dedo de Dios echo yo fuera demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros”. (Lucas 11:20) “Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre”. Jesús contesta: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo” (Lucas 10:17, 18).

El significado de la propia actividad sanadora de Jesús era que se trataba de la señal, la manifestación de la poderosa autoridad y el reino de Dios en la vida de la gente; para expresarlo de una manera concreta, en su cuerpo, en su mente y espíritu, al igual que en sus relaciones y en su sociedad.

Bueno, para mí esto es más que suficiente. Quiero iglesias que respondan a este compromiso de sanar, como una manera de traer el reino de Dios, o sea, la presencia transformadora de Dios, de una manera concreta a la vida de la gente, en su cuerpo, en sus emociones, en su espíritu, en sus relaciones, en sus contextos sociales y políticos.

Permítanme concluir recordándoles un relato del Evangelio según Marcos. [Jesús está] en la sinagoga en el día de reposo y la gente lo observa para ver si sana a un hombre que tiene una mano seca. El le dice al hombre: “Levántate y ponte en medio: ¿Es lícito en los días de reposo hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla? Pero ellos callaban. Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y la mano le fue restaurada sana” (Marcos 3:1–5).

Considero que este relato es una alegoría de la invitación que se hace hoy a las iglesias más importantes. La invitación es: “Extiende tu mano”. Extiéndela para sanar, extiéndela para tu propia curación y la de los demás. Respondan a esa invitación de Jesús. No permanezcan simplemente dentro del círculo de los escépticos y de los que dudan. Gracias.

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