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Me Gustaria Contar, con gratitud,...

Del número de enero de 1992 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Me Gustaria Contar, con gratitud, una experiencia que tuve únicamente con la ayuda de Dios y el fiel estudio de la Ciencia Cristiana.

Años atrás, cuando comencé a estudiar la Ciencia, necesitaba conseguir empleo. Recién había leído en la Biblia la parábola del hombre que dio talentos a sus siervos (Mateo), y me pregunté cuáles eran mis talentos. Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy declara: "Tenemos que aprovechar los talentos que El nos da".

Después de mucho pensar llegué a la conclusión de que mi mejor talento era mi amor por el hogar. Siempre había abrigado la idea de que decorar y amueblar casas sería un trabajo interesante, pero nunca había estudiado decoración en forma seria. Sin embargo, siempre había consultado libros de arte. Y algunas veces mis amigos me habían pedido que los aconsejara, lo cual les había resultado útil. De modo que pensé que lo que había sido un pasatiempo podía convertirse en un trabajo formal. Los talentos que Dios nos da son valiosos y ciertamente merecen que los desarrollemos de manera apropiada y significativa.

Tuve la idea de abrir un negocio para vender objetos de arte. Entonces surgió el problema de cómo financiarlo. Continué orando y estudiando la Biblia y los escritos de la Sra. Eddy. Me di cuenta de que ese proyecto había sido divinamente inspirado y, por lo tanto, no podía dejar de ser completo en todo aspecto.

En Ciencia y Salud leí: "El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana". Estas palabras me dieron una gozosa expectativa de bien. Así aprendí a reconocer la abundancia que este Amor realmente derrama sobre sus hijos. De esta manera tuve todo lo necesario para continuar con mi aventura.

A medida que iba comprendiendo la relación del hombre con Dios y el bien infinito que El da a cada uno de sus hijos, aumentaba el número de mis probables clientes. Mi gratitud era tan grande que la expresaba asistiendo, con más gozo que nunca, a los servicios religiosos de mi iglesia filial y participando de sus actividades.

Mi empresa siguió creciendo. Cuando mi hijo mayor aceptó trabajar conmigo, comprendí con profunda gratitud que esta adición al negocio era una nueva evidencia de la bondad de Dios. Agregué un significado aun más profundo a mi actividad: el de glorificar a Dios. Lo hice humildemente pidiendo Su guía a cada paso. De esta forma, pude ayudar a mucha gente a amueblar sus hogares, y mi hijo se encargó de un aspecto específico del negocio.

Con gratitud a Dios, me gustaría terminar mi testimonio con las palabras de un himno (Himnario de la Ciencia Cristiana): "Hoy y siempre viviremos alabando Tu poder".


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