Una Mañana Desperte sintiéndome mal, y durante el transcurso de la mañana me fui sintiendo cada vez peor al punto que casi no podía moverme y por momentos sentía que me iba a desmayar. Estaba en casa con mi hijo de siete años y con mi hijita que era un bebé. Mi hijo permaneció a mi lado y junto conmigo repitió palabras de los himnos del Himnario de la Ciencia Cristiana.
Entonces decidí llamar a una practicista de la Ciencia Cristiana para que orara conmigo. El niño me ayudó a caminar hasta el teléfono que estaba en el vestíbulo, y cuando la practicista contestó sólo pude decirle que tenía mucho dolor. Sin vacilar la practicista me dijo que iba a orar por mí de inmediato. Con la ayuda de mi hijo me pude volver a sentar, y como me parecía imposible poder leer, le pedí al niño que pusiera en la grabadora grabaciones del libro Ciencia y Salud escrito por la Sra. Eddy. Al principio apenas si podía escuchar las palabras que se estaban leyendo, pero de pronto sentí como si alguien me estuviera gritando en el oído: "La Mente es la fuente de todo movimiento, y no hay inercia que demore o detenga su acción perpetua y armoniosa". Inmediatamente sentí que algo se ajustaba en mi estómago, y el dolor cesó. Llamé de nuevo a la practicista para agradecerle por su ayuda inmediata y decirle que todo estaba bien. La sonriente expresión en la carita de mi hijo me indicó que él también sabía que todo estaba bien.
Esto siempre ha sido para mí un lindo ejemplo de cómo el Amor divino se comunica y responde a la necesidad humana.
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