Estaba de visita en lo de mi hermano, cuando su nuevo gatito Hélix se sentó en mi falda. ¡Comencé a estornudar y me empezaron a llorar los ojos!
Alguien dijo: “¡Oh, seguramente tienes alergia a los gatos!” Se dice que uno tiene alergia cuando algo te molesta tanto que te hace sentir muy incómodo. Esto ya me había sucedido antes.
A Hélix lo mandaron afuera, pero a mí me dio lástima. ¡Es tan bueno y amoroso! También es muy lindo, con su pelaje blanco, ojos color ámbar y manchas atigradas en el lomo, el pecho y la cabeza.
Al regresar a casa en el auto, me di cuenta de que podía orar sobre eso que llaman “alergia.” La Ciencia Cristiana me podía mostrar cómo sana Dios, y yo podía sentirme libre.
Comencé por decirle “gracias” a nuestro Padre-Madre Dios por la bondad y la pureza de Su creación espiritual. Eso también incluía a todas las criaturas. Yo sabía que el bien sólo puede producir lo bueno. Puesto que Dios es todo el bien (lo dice la Biblia), Sus hijos e hijas y todas las criaturas reflejan bondad. Nada que pueda dañar o molestar puede tener cabida en Su creación.
En el Génesis, en la Biblia, Dios mira todo lo que El ha hecho y ve que todo es muy bueno. De modo que Hélix y yo estábamos en realidad en el universo de Dios. No podíamos hacernos daño, ni molestarnos, ni sentir un rechazo mutuo.
Seguí pensando en eso. A veces no me había gustado estar con gatos. Pensaba que eran egoístas y mañosos; y que, como tienen dientes afilados y garras, eran malos. Pero Dios, que es Amor, hace todo amoroso y bueno. A mí no me gustaban los gatos porque no eran como los perros. Pero ahora veía que había mucho que admirar en los gatos: su agilidad, equilibrio y belleza. Los gatos empezaron realmente a gustarme, con su ronroneo, su afecto y su dulce manera de jugar.
“Todas las criaturas de Dios, moviéndose en la armonía de la Ciencia, son inofensivas, útiles e indestructibles”, dice la Sra. Eddy en Ciencia y Salud. Pensé en eso, y en cómo una idea de Dios no puede dañar a otra. La creación de Dios permanece buena, y en ella cada criatura obra y juega con las demás en perfecta libertad, en perfecta salud.
Yo sané. Nunca más volví a tener una reacción alérgica por ningún gato. Hélix es ahora un gato grande, ¡y sigue siendo tan bueno como siempre! El año pasado visité a mi hermano para el día de Acción de Gracias, y Hélix durmió una siesta en mi falda. Mientras estuve allí no estornudé ni una sola vez, y nos divertimos mucho jugando juntos.