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Aprendo a llevarme bien con Hélix

Del número de enero de 1992 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Estaba de visita en lo de mi hermano, cuando su nuevo gatito Hélix se sentó en mi falda. ¡Comencé a estornudar y me empezaron a llorar los ojos!

Alguien dijo: “¡Oh, seguramente tienes alergia a los gatos!” Se dice que uno tiene alergia cuando algo te molesta tanto que te hace sentir muy incómodo. Esto ya me había sucedido antes.

A Hélix lo mandaron afuera, pero a mí me dio lástima. ¡Es tan bueno y amoroso! También es muy lindo, con su pelaje blanco, ojos color ámbar y manchas atigradas en el lomo, el pecho y la cabeza.

Al regresar a casa en el auto, me di cuenta de que podía orar sobre eso que llaman “alergia.” La Ciencia Cristiana me podía mostrar cómo sana Dios, y yo podía sentirme libre.

Comencé por decirle “gracias” a nuestro Padre-Madre Dios por la bondad y la pureza de Su creación espiritual. Eso también incluía a todas las criaturas. Yo sabía que el bien sólo puede producir lo bueno. Puesto que Dios es todo el bien (lo dice la Biblia), Sus hijos e hijas y todas las criaturas reflejan bondad. Nada que pueda dañar o molestar puede tener cabida en Su creación.

En el Génesis, en la Biblia, Dios mira todo lo que El ha hecho y ve que todo es muy bueno. De modo que Hélix y yo estábamos en realidad en el universo de Dios. No podíamos hacernos daño, ni molestarnos, ni sentir un rechazo mutuo.

Seguí pensando en eso. A veces no me había gustado estar con gatos. Pensaba que eran egoístas y mañosos; y que, como tienen dientes afilados y garras, eran malos. Pero Dios, que es Amor, hace todo amoroso y bueno. A mí no me gustaban los gatos porque no eran como los perros. Pero ahora veía que había mucho que admirar en los gatos: su agilidad, equilibrio y belleza. Los gatos empezaron realmente a gustarme, con su ronroneo, su afecto y su dulce manera de jugar.

“Todas las criaturas de Dios, moviéndose en la armonía de la Ciencia, son inofensivas, útiles e indestructibles”, dice la Sra. Eddy en Ciencia y Salud. Pensé en eso, y en cómo una idea de Dios no puede dañar a otra. La creación de Dios permanece buena, y en ella cada criatura obra y juega con las demás en perfecta libertad, en perfecta salud.

Yo sané. Nunca más volví a tener una reacción alérgica por ningún gato. Hélix es ahora un gato grande, ¡y sigue siendo tan bueno como siempre! El año pasado visité a mi hermano para el día de Acción de Gracias, y Hélix durmió una siesta en mi falda. Mientras estuve allí no estornudé ni una sola vez, y nos divertimos mucho jugando juntos.

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