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La curación cristiana no es una moda pasajera

Del número de enero de 1992 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Ciertas Palabras Se vuelven populares, como una moda pasajera. Incluso no hace falta que sean palabras del idioma que uno habla. Por ejemplo, dudo que entre los que leen esta revista haya alguien a quien no le resulte familiar la palabra rusa glasnot. También hay frases que se pueden reconocer universalmente. Como por ejemplo, “Esto es genuino” u “Ocúpate de lo tuyo”. Estas palabras se entrelazan en la conversación diaria.

Resulta aún más significativa la manera en que la palabra curación se está convirtiendo en una frase cautivante en las discusiones populares de hoy en día. Se oye hablar en casi todas partes acerca de la necesidad de obtener curación. Se habla de sociedades que requieren ser sanadas; se menciona que las instituciones necesitan curación; y con frecuencia, el tema de las relaciones humanas se discute en términos de su necesidad de o su potencial para obtener curación. Si hojeamos diferentes diarios durante varios días, encontraremos que la palabra curación se utiliza para describir muchas de las necesidades humanas. La curación ha pasado a formar parte de la jerga moderna.

Hay algo alentador en el hecho de que la curación se haya convertido en un tema acerca del que se piensa y se habla en forma tan común. Los Científicos Cristianos le dan la bienvenida a esta clase de perspectiva. La curación es primordial en la Ciencia Cristiana. La curación fue, ciertamente, primordial para Cristo Jesús y sus primeros seguidores. La curación es lo que despertó a un mundo para que tomara en cuenta el descubrimiento de Mary Baker Eddy de que la curación cristiana no es algo relegado al pasado.

Al hablar de la curación científica cristiana, Mary Baker Eddy en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras hace la siguiente observación: “El poder sanativo de la Verdad se demuestra extensamente hoy en día como una Ciencia inmanente y eterna, no como una exhibición fenomenal”. Si bien un siglo y un cuarto no es un plazo muy largo en términos de historia o del establecimiento de religiones en el mundo, es un período de tiempo muy significativo durante el cual se ha evidenciado la confianza que varias generaciones de personas han depositado en la curación por medio de la Ciencia Cristiana, desde su descubrimiento en 1866.

Pero si no queremos que la curación se convierta simplemente en un ejemplo más de una palabra o concepto que tuvo cierta aceptación en el uso popular, debemos explorar y comprender las condiciones que permiten que se produzca una curación cristiana de manera profunda y eficaz.

La curación científica cristiana tal como fue entendida por su Descubridora, la Sra. Eddy, no fue un acontecimiento ocasional, fortuito, que tuvo lugar sobre las márgenes de una cultura esencialmente materialista, en busca de una tregua para el mal, la enfermedad o las desavenencias. Pero ¿acaso no es característico de la mente mortal o carnal el pensar acerca de la curación espiritual con un interés superficial o más o menos errático? Es como si la curación fuese una cosa que se produce a intervalos, y en la que se piensa cuando es necesaria, pero que no forma parte continua de lo que estamos haciendo ni tampoco es algo en lo que estamos realmente interesados al hacer diferentes planes y proyectos.

Sin embargo, al igual que el Apóstol Pablo, la Sra. Eddy vio el cristianismo de Cristo Jesús como algo que traería a la existencia una humanidad más elevada que daría testimonio de la divinidad del Cristo, presente aquí y ahora en cada persona. Esta espiritualidad enteramente transformadora, sana la enfermedad al revelar qué es realmente el hombre como el hijo espiritual de Dios. Esa curación no consiste meramente en poner remiendos a las heridas o algo que da alivio, que simplemente hace que la existencia humana sea más llevadera. Es la curación la que pone al descubierto, la que hace visible, nuestra naturaleza verdadera totalmente espiritual, que refleja al Creador en toda Su bondad y ternura, exento de todo pecado.

Si bien la curación es un punto decisivo para el progreso de la humanidad en el conocimiento de la ley de Dios, aún más decisivo es comprender qué es la espiritualidad genuina y cómo forma parte de nuestra vida diaria. La Sra. Eddy percibió que sin este efecto práctico e interior la curación cristiana se perdería nuevamente, debido a la falta de comprensión de sus bases. Podríamos decir que si bien la curación es de suma importancia para el cristianismo, la comprensión acerca de cómo se genera esa curación es crucial.

La Sra. Eddy anhelaba encontrar gente dispuesta a ir más allá de la mera curiosidad intelectual respecto a la curación física por medios no materiales, y que entendiese realmente el propósito cristiano y espiritual fundamental y la causa de la curación por medio de la Ciencia Cristiana. Ella percibió que sin esta comprensión del Principio divino de la curación, la curación en sí solo seguiría siendo una “exhibición fenomenal” y no una Ciencia que regenera a la humanidad.

En una carta que envió a uno de los primeros sanadores, ella describió la base que se requiere para la curación en la Ciencia Cristiana. En esa carta ella escribió: “Su ayuda para alcanzar esta meta es la espiritualización. Para lograrlo, usted debe tener un solo Dios, un afecto, un camino, una Mente. La sociedad, la adulación, la popularidad son tentaciones que se presentan ante su empeño de obtener crecimiento espiritual. Evítelos en la medida en que de usted dependa. Ore diariamente, nunca deje de orar, por más a menudo que sea: ‘No me metas en tentación’, que interpretado científicamente significa: No permitas que pierda de vista la pureza más estricta, los pensamientos limpios y puros; haz que todos mis pensamientos y propósitos sean elevados, altruistas, caritativos, humildes, — de ánimo espiritual. Con esta elevación del pensamiento, su mente está perdiendo materialidad y ganando espiritualidad y éste es el estado mental que sana al enfermo” (Lyman P. Powell, Mary Baker Eddy: A Life Size Portrait).

La sorprendente simplicidad de la curación cristianamente científica, se evidencia en el hecho de que su requerimiento básico se puede resumir en tan pocas palabras. Al igual que las Bienaventuranzas de Cristo Jesús, el “secreto” de la curación cristiana es accesible a todos. El Maestro lo expresó originalmente en el Evangelio según Mateo de esta forma: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”.

Vivir esta oración, es asegurarse de que la curación cristiana no se transformará simplemente en una frase cautivante o en una moda pasajera. La curación genuina revela la naturaleza espiritual del hombre y nuestra unidad con Dios, la Verdad, la Vida y el Amor divinos.

Se le acercó mucha gente que traía
consigo a cojos, ciegos, mudos, mancos,
y otros muchos enfermos;
y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó;
de manera que la multitud se maravillaba,
viendo a los mudos hablar, a los mancos sanados,
a los cojos andar, y a los ciegos ver;
y glorificaban al Dios de Israel.

Mateo 15:30, 31

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