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“¡Cuan Grande Es tu bondad,...

Del número de abril de 1992 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


“!Cuan Grande Es tu bondad,.. . que que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres!” (Salmos).

Mi gratitud por la Ciencia Cristiana no tiene límites. Durante casi siete años he probado su eficacia en todo tipo de situaciones. En la escuela, los conflictos entre los compañeros y las dificultades con mis estudios y profesores han sido resueltos mediante la oración. He tenido rápidas curaciones de lo que se llama enfermedades estacionales, y he sanado de golpes y torceduras asociadas asociadas con mi entrenamiento deportivo. También he sido testigo de rápidas curaciones de animales domésticos.

En otras ocasiones, el orar a Dios y apoyarme en Su sabiduría y poder, me ha protegido en circunstancias peligrosas y me ha ayudado a tomar decisiones muy difíciles. En una oportunidad, después de orar para saber que Dios satisface todas las necesidades y que a Su hombre no le puede faltar nada bueno y correcto, una urgente necesidad de trabajo fue satisfecha; encontré empleo.

En cada uno de los casos reconocí que la ley del Amor divino está siempre presente. También he considerado cada desafío como una nueva oportunidad para glorificar a Dios. Pero, más allá de la ayuda práctica que he recibido está lo más importante que estas experiencias me han traído: progreso espiritual y crecimiento en gracia. El compromiso cristiano crece en mí día a día, y aunque todavía tengo mucho que aprender, sé que estoy viajando por el buen camino.

Estoy muy agradecido por la inspiración que he recibido de las transmisiones de la radio de onda corta de la Iglesia, las conferencias en video y los cassettes con música del Himnario de la Ciencia Cristiana. También estoy agradecido por la extensa literatura que produce la Iglesia. Amplía mi afecto por todos los trabajadores del movimiento y por todas las personas en todas partes. Ofrezco este testimonio con la esperanza de que inspire a otros jóvenes como me inspiró a mí. Es hora de retribuir algo de todo lo que he recibido.


Me regocija dar fe de lo que expresa Alejandro. Yo fui testigo de sus experiencias, ya que soy su madre.

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