[Extractos de un sermón basado en el Evangelio según San Marcos, capítulo 16, versículos 1 al 8, sobre las tres mujeres, seguidoras de Jesús, que descubrieron el sepulcro vacío en donde Jesús yacía. El versículo 8 nos informa lo siguiente: “Y ellas se fueron huyendo del sepulcro, porque les había tomado temblor y espanto; ni decían nada a nadie, porque tenían miedo”. El sermón fue presentado por Pamela J. Abbey, pastora de la iglesia Faith United Methodist Fellowship en Fresno, California, E.U.A.]
“¿Por qué estas mujeres fieles, que habían seguido a Jesús por los caminos polvorientos de Galilea, toleraron la agonía de la crucifixión pero no disfrutaron del gozo de la resurrección? Porque la crucifixión se puede entender; pero la resurrección no se puede entender.
“La crucifixión era predecible. Si usted hubiese alterado el orden en un territorio ocupado por los romanos, era entonces de esperarse que terminara colgado de una cruz. Y aunque lograra escapar de tal suerte, la muerte con el tiempo nos llega a todos. La crucifixión fue una tragedia, pero no iba a cambiar la vida de las mujeres...
“El sepulcro vacío es otra cosa. La resurrección cambia al mundo entero...
“Es espantoso proclamar la resurrección a un mundo que pone su confianza en la crucifixión. El mundo, ya sea el nuestro o el de los romanos, cree que el poder triunfa. El mundo tiene la certeza de que la muerte es terminante y que las amenazas de muerte pueden lograr grandes cosas. El mundo confía en que la riqueza y la influencia constituyen la clave para comprender el significado de la vida. En este mundo, la crucifixión es el final de la historia. Pero si la resurrección es real, si la experiencia no termina con el odio y la muerte sino con el amor y la nueva vida, entonces el mundo está al revés por dentro y por fuera...
“Si la resurrección es real, entonces la realidad no es lo que parece ser y todos los dichos raros y difíciles de Jesús tienen sentido...
“El mensaje de la resurrección es que el mundo que pone su confianza en el poder y en la muerte está loco... Y hay que tener valor para vivir con cordura, sabiendo que el mundo nos mirará como si nosotros fuésemos dementes. El amar a la persona que nos apuñalaría por la espalda para lograr un ascenso en su trabajo, o al hombre que está cortejando a la esposa de alguien en una fiesta, o a los vecinos que tocan música ruidosa a las tres de la madrugada — o hacer cualquiera de las cosas escandalosas que Jesús defendió— se considera locura en un mundo de crucifixión. Es solamente en un mundo de sepulcros vacíos y Cristos resucitados donde podemos vivir la vida que Jesús nos llamó a vivir...
“Jesús no dejó a las mujeres solas cuando trataban de encontrar el valor para contar lo que había ocurrido. Jesús se levantó para encontrarse con sus discípulos, y con nosotros, en Galilea. Parte de las buenas nuevas es que nosotros no podemos escapar del evangelio. Las buenas nuevas ya están en el mundo. No nos siguen cuando corremos por el camino. Están adelante, personificadas en Jesús.
“Las mujeres huyeron de la promesa asombrosa y aterradora de una nueva vida y un mundo nuevo que representaba el sepulcro vacío. Ellas pensaron que regresaban a la vida familiar que ya conocían y entendían. Pero ésta ya se había ido. Cristo ya estaba en Galilea, la tierra de pescadores y de recaudadores de impuestos, un lugar desdeñado por ser rudo y sencillo, una tierra donde la gente hablaba en formas diferentes. Jesús ya estaba en el mundo cotidiano.
“Y el Cristo ya ha ido delante de nosotros, a nuestros pueblos de origen, en nuestros viajes de la mañana a la oficina, con nuestras familias, nuestros lugares de trabajo y nuestra política, y nuestras propias iglesias. Dondequiera que esté nuestra Galilea, dondequiera que necesitemos proclamar la palabra de la resurrección, el Cristo ya está allí. En el medio de nuestra valentía, a pesar de nuestra vacilación, el Cristo nos saluda en un mundo nuevo y reformado de vida y de amor, a donde proclamamos con valor: “¡El Señor ha resucitado! ¡Demos gracias a Dios!’ ”
Y con gran poder los apóstoles daban testimonio
de la resurrección del Señor Jesús,
y abundante gracia era sobre todos ellos.
Hechos 4:33
Copyright © 1990, The Christian Century Foundation. Reimpreso con permiso.
