¿Es Posible Vivir “felices para siempre”? Mucho de lo que aparece en la ficción, en las canciones y en las películas cinematográficas contemporáneas perpetúa mito; y tal vez por esa razón, contribuya a que prevalezca la decepción en el matrimonio y la frustración en los solteros.
Si aceptamos la premisa de que otra persona — un esposo o una esposa — puede realmente hacernos felices, podemos llegar a sentirnos decepcionados en nuestra relación cuando nos sentimos desdichados. Actualmente, a menudo se da por sentado que si la otra persona cambiara, seríamos felices. Pero si el cónyuge no está dispuesto a cambiar, o es incapaz de cambiar en ese momento, tal vez sigamos buscando otros cambios. Cambiamos nuestro corte de cabello, nuestro estilo de vida, reestructuramos nuestro cuerpo y nuestro horario, cambiamos de empleo, cambiamos de vecindario y hasta de cónyuge. Pero son muchos los que, a pesar de eso, llegan a la conclusión de que no son felices.
Con el tiempo, es preciso cuestionar la premisa de que casarse (o quedarse soltero o soltera) es en sí y de por sí la base para la felicidad. Si un cambio parece necesario, quizás la verdadera necesidad sea que cambiemos nuestro punto de vista, o sea, cambiar de la perspectiva de que somos mortales que necesitamos conseguir algo para ser felices, al hecho espiritual de que somos en realidad seres espirituales. Como los hijos amados de Dios, ya poseemos dentro de nosotros todo lo necesario para sentir satisfacción, paz interior y felicidad duraderas.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!