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“Felices para siempre es algo que se logra momento a momento”

SEMINARIO SOBRE LAS RELACIONES FAMILIARES

Del número de abril de 1992 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Es Posible Vivir “felices para siempre”? Mucho de lo que aparece en la ficción, en las canciones y en las películas cinematográficas contemporáneas perpetúa mito; y tal vez por esa razón, contribuya a que prevalezca la decepción en el matrimonio y la frustración en los solteros.

Si aceptamos la premisa de que otra persona — un esposo o una esposa — puede realmente hacernos felices, podemos llegar a sentirnos decepcionados en nuestra relación cuando nos sentimos desdichados. Actualmente, a menudo se da por sentado que si la otra persona cambiara, seríamos felices. Pero si el cónyuge no está dispuesto a cambiar, o es incapaz de cambiar en ese momento, tal vez sigamos buscando otros cambios. Cambiamos nuestro corte de cabello, nuestro estilo de vida, reestructuramos nuestro cuerpo y nuestro horario, cambiamos de empleo, cambiamos de vecindario y hasta de cónyuge. Pero son muchos los que, a pesar de eso, llegan a la conclusión de que no son felices.

Con el tiempo, es preciso cuestionar la premisa de que casarse (o quedarse soltero o soltera) es en sí y de por sí la base para la felicidad. Si un cambio parece necesario, quizás la verdadera necesidad sea que cambiemos nuestro punto de vista, o sea, cambiar de la perspectiva de que somos mortales que necesitamos conseguir algo para ser felices, al hecho espiritual de que somos en realidad seres espirituales. Como los hijos amados de Dios, ya poseemos dentro de nosotros todo lo necesario para sentir satisfacción, paz interior y felicidad duraderas.

Cuando comenzamos a considerar el matrimonio no tanto como un medio de alcanzar la felicidad, sino como un ambiente para el crecimiento — o sea, como lo que ofrece el terreno y el clima mental que estimulan y, aun a veces, fuerzan al crecimiento individual individual hacia el Espíritu — entonces tenemos una perspectiva que nos permite superar y salir airosos de los momentos tormentosos y oscuros que muchas relaciones de muchos años deben enfrentar.

EL PRIMER PASO para alcanzar una felicidad duradera consiste en comprender que el verdadero propósito de nuestra experiencia terrenal es el llevar a cabo cabo nuestra salvación. El cristianismo nos exige que aprendamos las lecciones necesarias que forman parte de esta regeneración espiritual. El Nuevo Testamento describe este proceso como despojarse “del viejo hombre con sus hechos” y revestirse “del nuevo, ... conforme a la imagen del que lo creó”.

Todos los desafíos que deben compartir dos personas que tienen culturas, antecedentes, gustos, valores y expectativas diferentes, se superan de un modo más eficaz cuando esas personas comprenden que para experimentar el reino de los cielos aquí y ahora (y Cristo Jesús enseñó que ese reino verdaderamente “está cerca”), cada aspecto del sentido mortal — la obstinación, la justificación propia, el fariseísmo, el engreimiento, la autocompasión, la autocondenación, el subestimarse — debe dejarse de lado como “el viejo hombre con sus hechos”. Y el sentido más elevado de individualidad, esa percepción de que el hombre es realmente el amado hijo de Dios, creado a Su imagen y semejanza, se debe primero reconocer, luego aceptar y, por último, vivir en la medida de lo posible.

La felicidad que se concibe basada en esta relación primaria con Dios, como Su hijo, se extiende a todo tipo de relación. Trae consigo mayor paciencia, mayor tolerancia y perdón. Dado que ya no deseamos cambiar la conducta de nadie, manipulamos y juzgamos menos a los demás. Cuando percibimos con mayor claridad la individualidad espiritual que constituye la verdadera identidad de nuestro cónyuge, estamos en mejores condiciones de mirar más allá de sus defectos y de no debilitar sus energías y alcances espirituales. Esta es la base de esa naturaleza tranquila, profunda, sostenedora, que contribuye tanto a nuestro propio crecimiento espiritual como al de nuestro cónyuge.

Felices para siempre nunca es el resultado de determinadas circunstancias: matrimonio, divorcio, soltería, posesiones materiales, logros humanos, o sentido personal. Felices para siempre es algo que se logra momento a momento. Y estar determinados a comprender que la felicidad se encuentra en nuestra naturaleza espiritual como el propio hijo bienamado de Dios, puede traer a nuestra experiencia, momento a momento, la clase de felicidad que nunca puede perderse ni desaparecer.


COMENTARIOS DE UNA MADRE SOLA

RECUERDO MI PROPIA experiencia como estudiante nueva de la Ciencia Cristiana. Estaba sola, criando tres niños pequeños. Las enseñanzas de la Ciencia Cristiana me alentaban a pensar más profundamente sobre temas espirituales. En esa época yo tenía dos empleos por horas, y hacía malabarismos para cumplir con un horario que me permitiese estar en casa con los niños en momentos importantes para ellos, y que me proporcionara los ingresos necesarios para cubrir las necesidades básicas.

Una noche, ya muy tarde, al sentirme muy desalentada y sola me puse a estudiar la Lección Bíblica de esa semana que aparece en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Los problemas que hoy en día debe enfrentar la familia parecen tan contemporáneos, tan del “siglo veintiuno” en sus alcances; puede parecer sorprendente que la base para las soluciones se encuentre en las verdades espirituales que datan de hace siglos. Leí el relato de Agar cuando estaba en el desierto, otra madre también sola con su hijo y terriblemente asustada ante las escasas perspectivas que tenía de sobrevivir. El relato (véase Gén., cap. 21) menciona la visita de un ángel y la provisión y promesa que les trajo. Las referencias correlativas en Ciencia y Salud por la Sar. Eddy incluían la explicación del significado espiritual de desierto: “Soledad; duda; tinieblas...” Desierto también se describe en en esta explicación como “el vestíbulo en que el sentido material de las cosas desaparece y el sentido espiritual revela las grandes realidades de la existencia” (pág. 597). Sentí, sin lugar a dudas, que yo estaba en un desierto de soledad, duda, oscuridad y temor. Pero me alentó la seguridad de que esta experiencia es un vestíbulo, una habitación pequeña. Y yo podía abrigar la esperanza de emerger de esta experiencia hacia un sentido de vida más profundo, más espiritual.

Esa noche sentí que comenzaba una etapa de elevación, una silenciosa promesa de que los ángeles de Dios siempre responderían a mis oraciones como habían respondido a las de Agar. Y que, de alguna manera, no solamente nuestras necesidades inmediatas serían satisfechas, sino que podíamos mirar hacia un futuro próspero y gratificador. Aunque había mucha tarea por delante, la carga de criar a tres niños se alivianó en gran parte esa noche.

Al principio, cuando las exigencias eran excepcionalmente agobiantes, a menudo sentía que en una agenda diaria ya colmada, era difícil encontrar un lugar para el estudio de la Biblia y la oración. Pero al hacerlo, fui encontrando soluciones prácticas, así como estímulo e inspiración.

COMENCE A ENCONTRAR fortaleza y valor en la seguridad que emana del versículo bíblico “tu marido es tu Hacedor” (Isa. 54:5). Primero esto me pareció algo abstracto, pero cuanto más meditaba sobre esta declaración en mi oración, veía con mayor claridad que Dios se expresaba a Sí mismo en todas partes, cuidando de todos Sus hijos. Muy pronto lo “paternal” y lo pertinente a un “esposo” se manifestaron de muchas diferentes. Un profesor llevó a los niños a dar un paseo durante el fin de semana. Un vecino se ofreció a hacerme unos arreglos a un precio muy reducido. Y empecé a sentirme más competente y sin temor. Fui de campamento con los niños. Además, mi confianza y mis expectativas respecto a mi habilidad de poder mantener económicamente a mi familia aumentaron. Pero, por sobre todas las cosas, el sentido de “estar sola” como madre, disminuyó. Aun cuando no pensaba mayormente en volverme a casar (¡me parecía improbable que alguien quisiera casarse y hacerse cargo de una familia tan numerosa!), todas las actividades de nuestra familia estaban llenas de una maravillosa sensación de gozo. Más tarde, cuando mi actual esposo me propuso matrimonio, me comentó que fue precisamente este gozo lo que él encontró “irresistible”.


LA ORACION POR LA FAMILIA, POR EL MUNDO

Al Mismo Tiempo que conocí a la mujer que iba a convertirse en mi esposa, la oficina jurídica donde trabajo delegó en mí la responsabilidad de atender un caso legal de amplia resonancia. Un juez de la Corte del Distrito en los Estados Unidos había solicitado a mi oficina jurídica que investigara la declaración de quiebra, presuntamente fraudulenta, de una importante institución financiera cuyas operaciones no estaban cubiertas por ningún seguro. Mis responsabilidades incluían tratar de reembolsar a los acreedores los fondos de la institución que hubiesen quedado o que fuese posible recuperar. Muchos de los seiscientos atónitos y furiosos acreedores eran jubilados que habían invertido en la institución todos los ahorros de su vida. Este caso tan complejo continuó durante cuatro años, y durante ese período me casé y nació nuestro primer hijo. Fue también el período en que aprendí que nuestras oraciones por el matrimonio y la familia pueden incluir a todo el mundo.

Como Científico Cristiano, oraba diariamente por mi familia. Y al hacerlo, me di cuenta de que mis oraciones podían ser específicamente aplicadas fuera de la órbita de mi hogar. En particular, podían aplicarse directamente a ese caso legal.

Por ejemplo, a medida que fui comprendiendo los fundamentos morales del matrimonio — basado no simplemente en las costumbres sociales o en la ley humana, sino en la pureza innata del hombre como Dios lo creó— me encontré afirmando que la honestidad y la fidelidad son cualidades expresadas por cada uno de los hijos de Dios. Paso a paso, la inmoralidad y el fraude que aparentemente caracterizaban el caso del que me ocupaba, dieron paso a soluciones más justas y altruistas. Oré para comprender que la provisión para nuestra necesidad de ingresos o de vivienda no dependía de mi capacidad personal ni de mis ambiciones, sino que la constante afluencia de bien que proviene de Dios, el Amor divino, podía responder a nuestras necesidades. Fue un pequeño paso para darme cuenta de que ése era un hecho válido para todos, incluso para los acreedores de la institución financiera. Al orar de manera más específica para proteger el amor mutuo y la cooperación recíproca en mi matrimonio, la ansiedad y el antagonismo en las relaciones con los acreedores fueron reemplazados por serena confianza y expectativa.

Llegó el momento en que el juicio llegó a su fin. Se recuperaron los fondos que se habían perdido. Los seiscientos acreedores recibieron el 100 por cien de sus ahorros “perdidos”. El juez tuvo palabras de elogio para un trabajo legal bien hecho. Sin embargo, lo más importante para mí fue comprender que la bendición de nuestra oración por nuestra familia no está limitada a quienes son nuestros seres queridos más cercanos.

Un Pasaje De Ciencia y Salud demostró ser muy útil tanto para resolver el asunto legal como para establecer la armonía en mi matrimonio. La Sra. Eddy escribe: “Cuando nos damos cuenta que no hay más de una sola Mente, se revela la ley divina de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos; mientras que una creencia en muchas mentes gobernantes, impide la inclinación normal del hombre hacia la Mente única, el Dios único, y conduce al pensamiento humano por vías opuestas donde impera el egoísmo”. Ya sea que estemos casados o seamos solteros, cerca o alejados de nuestra familia humana, nuestra oración beneficia directamente a un mundo hambriento de la verdad acerca de Dios como Padre-Madre y lo que esto significa respecto a quienes somos al ser linaje Suyo.


LA ORACION POR LOS DESAFIOS DE UN MATRIMONIO CON DOS PROFESIONES

Extractos de cartas a una amiga 28 de octubre

Querida

... Mi esposo Tom está terminando su último año de estudios posgraduados y está empezando a buscar trabajo. En mis oraciones diarias estoy tratando de escuchar la guía de Dios en lugar de decirle a El dónde pienso que deberíamos estar o lo que necesitamos.

Estoy trabajando para comprender mejor que la provisión de Dios se manifiesta de modo que Tom y yo la percibimos juntos y no por separado. Así que un lugar o un trabajo adecuado para mí no significa que sea necesariamente un lugar menos adecuado para Tom y viceversa. Esto parece ser algo especialmente importante que debo comprender, porque acabo de comenzar un empleo que me gusta muchísimo, y mudarnos de esta zona significaría tener que abandonarlo.

Al orar sobre esto, se me ocurre que existe una creencia universal muy predominante de que hoy en día las parejas jóvenes viven una época de opciones difíciles; que a las familias les resulta difícil conciliar dos profesiones diferentes dentro de un mismo hogar, dando la oportunidad a una de las partes y dejando a la otra sin su justa oportunidad. El cuadro humano a veces indica que la desarmonía, el resentimiento, la tensión y la presión son el resultado de haber contraído compromisos humanos. El sentido humano de las cosas también suele sugerir que puede haber una interrupción o una postergación del bien para algunos miembros de la familia a fin de mantener la unidad familiar.

Yo había estado meditando sobre la siguiente declaración en Ciencia y Salud: “Hombre es el nombre de familia de todas las ideas — los hijos y las hijas de Dios. Todo lo que Dios imparte se mueve de acuerdo con El, reflejando bondad y poder”. Busqué en el diccionario la palabra acuerdo y encontré las definiciones más maravillosas; por ejemplo, “manifestar perfecto ajuste en una relación... ajustarse o acomodarse armoniosamente; relación equilibrada”.

Para mí esto señalaba hacia el hecho espiritual de que mi esposo y yo individualmente nos ajustamos de manera perfecta al plan y al lugar que Dios tiene para nosotros. Ese lugar es espiritual. La permanencia, el progreso y el propósito son inherentes a mi identidad como hija de Dios dondequiera que yo esté; y, por lo tanto, la oportunidad está siempre presente. Esto también significa que mi esposo y yo en realidad no estamos planificando partiendo de necesidades personales diferentes, sino que ambos estamos demostrando la unidad, la “relación equilibrada” y el acuerdo entre todos los hijos de Dios.

Asimismo, si mi esposo y yo estamos expresando la buena voluntad que Dios nos ha dado para seguir las indicaciones de la Mente divina, ninguno de nosotros puede quedar atascado en modelos humanos de pensamiento que dicen que tenemos que vivir en una ubicación geográfica en particular para ser felices y sentirnos realizados. Cada uno de nosotros está en realidad enteramente dispuesto a ver y a vivir la novedad y la espontaneidad del desenvolvimiento de Dios...

12 de enero

Querida

Te agradezco mucho tu última carta. Te pongo al tanto de las cosas: poco después que me escribiste, a Tom le ofrecieron un excelente empleo en una compañía cerca de aquí. Así que, como se presentan las cosas, por ahora nos quedaremos donde estamos. No voy a disimular nuestra alegría por este resultado (¡ya que estoy disfrutando de mi trabajo acá!). Pero estoy aún más agradecida por haber llegado al punto en que no estaba ansiosa ni orando por una solución determinada con respecto a cuál sería el lugar donde íbamos a vivir. La oración nos había dado un sentido más profundo de la provisión de Dios para nosotros. Eso calmó en gran parte nuestra ansiedad con respecto a dónde tendríamos que ir a vivir y trabajar. Estoy profundamente agradecida por estar aprendiendo más de Dios como Vida y de Su provisión diaria para todos y cada uno de Sus hijos.

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