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Una Noche Lei un artículo en...

Del número de abril de 1992 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Una Noche Lei un artículo en El Heraldo de la Ciencia Cristiana con referencia al tema de la preexistencia. A la mañana siguiente, con el objeto de alcanzar algo de la parte superior de una alacena, tuve que subirme a una pequeña escalera plegable. Al bajar, salté uno de los escalones y caí de espaldas. Mi cabeza dio contra el filo de una puerta que estaba abierta y caí sobre la espalda. Grité en voz alta: “¡Padre, Padre! Soy Tu muy amada hija”. Entonces, gracias a la percepción que había obtenido mientras leía el artículo la noche anterior, declaré desde lo más profundo de mi corazón, antes de levantarme del suelo: “Padre, soy Tu amada hija, y sólo poseo la sustancia del Espíritu, que es tan permanente y armoniosa como Tú; también soy tan perfecta ahora mismo como ‘cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban los hijos de Dios’ ” (Job). Sabía que yo era realmente una idea espiritual que expresa la Mente única, Dios, y que mora en esa sustancia del Espíritu. Afirmé que, en realidad, yo no nací de la carne, sino de Dios; que mi verdadera sustancia es eterna, imperecedera e indestructible.

La parte posterior de la cabeza estaba sangrando, así que me limpié la cabeza mientras continuaba orando. Muy pronto la sangre cesó de brotar, el dolor en la espalda desapareció, y un chichón que se había formado en la cabeza pronto desapareció también.

En Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, Mary Baker Eddy dice: “La Ciencia divina disipa las nubes del error con la luz de la Verdad, levanta el telón y revela que el hombre nunca ha nacido y nunca muere, sino que coexiste con su creador”.

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