¿Alguna vez pensó acerca de la gratitud como una cualidad otorgada por Dios? La gratitud a nuestro creador deriva, claramente, de Dios, puesto que hace que nuestro progreso espiritual avance, y nos ayuda así a comprenderlo y a sentirnos más cerca de El.
La gratitud es una de las mejores cualidades. Reconoce la gracia y abundancia de Dios. Abre nuestro pensamiento a Su gobierno sabio e infalible. Esta declaración del Rey David que se encuentra en 1 Crónicas, en su profundo aprecio por el único Dios, es una inspiración: “Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos. Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos”.
La verdadera gratitud reconoce y expresa lo que proviene de Dios, el Espíritu. Es una expresión natural de lo que realmente somos, el reflejo de Dios, Su imagen espiritual. La gracia del Ser divino, Su totalidad, infinitud, armonía, gobierno y perfección, son alabados eternamente por Su creación espiritual. Nuestra gratitud refleja esta alabanza. A medida que comprendemos espiritualmente nuestro verdadero ser y nuestra relación con Dios, esta alabanza se profundiza y se vuelve más consecuente.
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