Durante Muchos Años había asistido de tanto en tanto a una filial de la Iglesia de Cristo, Científico, y tenía la intención de afiliarme a la Iglesia, algún día. Pero lo que siempre me preocupaba, era si tendría suficiente tiempo para cumplir con todas las obligaciones que implica ser miembro de una iglesia. También me preguntaba si mi estilo de vida estaba totalmente de acuerdo con todas las disposiciones del Manual de La Iglesia Madre por la Sra. Eddy.
Una mañana muy temprano me despertaron agudos dolores en el pecho y sentí mucho temor. Pasaron varias horas, y al amanecer aún no había experimentado ninguna mejoría. Decidí entonces ir a un hospital, y llamaron a una ambulancia. El diagnóstico fue un infarto de regular gravedad provocado por una enfermedad del corazón.
En el hospital me brindaron amoroso cuidado y atención durante las siguientes semanas. Pero era evidente que aun con toda la tecnología humana moderna, era poco lo que podían hacer por mí. Regresé a casa y tuve mucho tiempo para leer. Me pareció completamente natural recurrir a Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. La lectura de este libro me abrió los ojos a la posibilidad de superar este desafío, y me mostró que era tiempo de volver a comenzar.
Decidí confiar únicamente en la Ciencia Cristiana para sanar. Le pedí a una buena amiga, que es estudiante de la Ciencia Cristiana, que me ayudara en esta experiencia por medio de la oración. Ella aceptó de inmediato. Uno de los médicos tomó muy bien mi decisión de confiar en la curación espiritual; pero un especialista me informó que si no me operaba, era muy probable que muriera. Sin embargo, confié en Dios, y me deshice de las medicinas de una vez por todas.
Durante los meses siguientes dediqué mucho tiempo a estudiar la Biblia y Ciencia y Salud. El progreso no fue rápido, pero fue siempre constante y firme. Mientras estudiaba la Biblia, un relato en particular, en el libro de Mateo, me impresionó. Es el que habla de un centurión que buscó la ayuda de Cristo Jesús para que sanara a su siervo que estaba enfermo. Allí estaba un jefe del ejército romano que creía en el poder del Cristo para sanar, y quien se humilló, diciendo: “Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará”. Y sanó. Sentí que yo necesitaba ser más humilde, y tener mucha más fe.
Los escritos de la Sra. Eddy y los libros sobre su vida fueron muy alentadores para mí. El ejemplo que ella dio al superar la adversidad me ayudó a ver con mayor claridad mis propias fallas humanas y poder así superarlas. Me di cuenta de que mi pensamiento se estaba aclarando. Me estaba viendo a mí mismo más firmemente como el hijo espiritual de Dios. Este era el momento de consumir la “escoria” de mi carácter.
Una tarde el problema del corazón volvió a presentarse. Mi esposa oró conmigo, y llamó a mi amiga para que nos ayudara. La situación continuó empeorando; me volví de todo corazón a Dios y rogué silenciosamente: “Querido Padre, por favor, ayúdame”. En ese instante sonó el teléfono. Era mi amiga. Mientras ella hablaba, mi pensamiento fue cambiando a medida que fui comprendiendo las verdades que ella estaba compartiendo conmigo. Y sané por completo.
Desde que experimenté esta curación, el escuchar a Dios y a Sus mensajes, o pensamientos angelicales, ha sido una manera de vivir.
Cuando llegó el momento apropiado, fue un privilegio para mí hacerme miembro de una iglesia filial, y encontrar allí una nueva familia y todas las recompensas del trabajo activo en la iglesia. Después de esto, me afilié a La Iglesia Madre, y más tarde tomé instrucción en clase de la Ciencia Cristiana. Buscar todas las respuestas en Dios a través de la oración me ha brindado ayuda y gozo ilimitados. Estoy muy agradecido.
Greenland, New Hampshire, E.U.A.
