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Desde Mi Niñez había tenido...

Del número de mayo de 1992 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Desde Mi Niñez había tenido miedo al fuego y a sus efectos. Me parecía que era un elemento especialmente atroz y destructivo. De manera que sentí, en cierto modo, una conmoción cuando mi madre me llamó desde la cabaña que tenían mis padres en el este de Oregón, E.U.A., una mañana de verano, y me pidió que orara de inmediato. No muy lejos de la cabaña de mis padres, mientras alguien ponía creosota en los postes de vallado, hubo una explosión que prendió fuego a los pinos, secos como yesca, en los alrededores; y el viento estaba dirigiendo las llamas hacia la pequeña comunidad de cabañas en la que vivían.

Literalmente corrí para buscar mi Biblia y mi ejemplar de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, a fin de calmar mis pensamientos con los mensajes sanadores que hay en ellos. He sido estudiante de la Ciencia Cristiana toda mi vida y estoy muy familiarizada con esos libros. Pensé en la historia de la Biblia acerca de Elías y la “voz callada y suave” de Dios que vino a él después de sentir un poderoso viento, un terremoto, y un fuego (véase 1 Reyes 19:8–12, versión King James). Después leí el siguiente pasaje en Ciencia y Salud: “No hay vana furia de la mente mortal — expresada en terremotos, vientos, olas, relámpagos, fuego y ferocidad bestial — y esa llamada mente se destruye a sí misma”.

Había leído este pasaje muchas veces y mentalmente siempre le había dado a la palabra vana la definición de “vanidosa” y “presuntuosa”. No obstante, ese día, me sentí impulsada a buscar la palabra en el diccionario y vi, para mi sorpresa, que significa “irreal, infundado, sin utilidad material o espiritual”. Literalmente me reí a carcajadas al pensar lo ridículo que era que se prestara tanta atención a algo tan desemejante a Dios, el bien, o que se temiera por suponerlo destructivo. Vi que el fuego es nada, completamente sin poder para destruir ninguna parte de la creación espiritual de Dios. Dios es el único poder.

Esta comprensión espiritual eliminó totalmente toda sensación de pánico, y oré callada y alegremente durante unos minutos más para establecer con firmeza que el bien en cualquier forma no puede estar en peligro ni un instante, dado que es creado y mantenido por Dios, la Mente omnipotente.

Por tanto, no me sorprendió cuando, después de quince minutos, mi madre llamó nuevamente para decir que el viento había cambiado de dirección y soplado las llamas contra sí mismas, y los bomberos las habían refrenado y apagado rápidamente. Sólo se habían quemado unos pocos árboles y un pequeño cobertizo para herramientas. Nadie fue herido. Y vencí mi temor al fuego.

He tenido muchas pruebas de la protección de Dios en mi vida: en la forma de provisión, inspiración durante mis exámenes y en la preparación de ensayos en la universidad, curación de enfermedades, un sentido de dirección al tomar decisiones importantes en mi vida, curaciones que tuvieron mis hijos, retorno de la armonía en mis relaciones con los demás y muchas cosas más. Algunas de las curaciones físicas que he experimentado han sido de influenza, dificultad para respirar, efectos de una caída, una infección en la piel, y una dificultad interna. Estoy sumamente agradecida a Dios por la Ciencia Cristiana, la cual me está enseñando a aplicar en mi vida diaria las leyes espirituales de Dios, como se evidenciaron en varios relatos de la Biblia, en el Antiguo y en el Nuevo Testamento.


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