Hace Unos Doce años conocí la Ciencia Cristiana a través de una amiga que era Científica Cristiana desde hacía muchos años, y que vive con su familia en el oeste de Alemania. En ese entonces ella y su familia vinieron a visitarme a mi apartamento en Berlín oriental. Como sabía que yo tenía problemas de salud, me trajo el libro Ciencia y Salud por la Sra. Eddy.
En esa época yo sólo conocía la Ciencia Cristiana de nombre. Hacía cuatro años que estaba bajo tratamiento médico debido a una enfermedad pulmonar. Esto había requerido prolongadas estadías en los hospitales y medicación continua. Durante mi niñez fui educada en la fe cristiana, pero eso no me había llevado a un entendimiento más profundo de Dios. Ahora estaba agradecida por la oportunidad de aprender que Dios es “nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmos).
Dejé de tomar la medicación prescrita y comencé a orar. Además leí Ciencia y Salud y practiqué las enseñanzas de la Ciencia Cristiana que contiene. Al principio, sentí miedo, pero superé el temor por medio de la oración y fui mejorando gradualmente.
Mediante el estudio de la Ciencia Cristiana pude eliminar muchos temores y obtener una mejor comprensión de Dios y del hombre como Su imagen y semejanza. Esto me capacitó para solucionar problemas que me habían estado agobiando en ese entonces. Comprendí que Dios es el bien, que por ser Su reflejo, de El recibimos todas nuestras buenas cualidades. En consecuencia pude realizar diversas actividades, entre ellas alpinismo y excursionismo.
En la época en que yo estaba cambiando mis pensamientos por medio del estudio de la Ciencia Cristiana, fui trasladada, junto con mis compañeros de trabajo, a un lugar extremadamente desfavorable en nuestra empresa. Debido a la falta de salones, nuestra oficina fue ubicada en medio del departamento de producción de la fábrica en un edificio muy antiguo. Debajo de esta oficina se encontraba el taller de barnizado del cual provenían gases cáusticos que muy a menudo llegaban hasta nuestra oficina a través de un sistema de ventilación inadecuado. Además el taller de barnizado utilizaba constantemente un compresor, que aun con las ventanas cerradas estaba solo un poco por debajo del límite de ruido admisible para el trabajo que debíamos realizar. Era muy molesto, para decir lo menos.
Además de esto, en el piso superior estaba el taller de galvanizado por el cual pasaban los camiones varias veces al día produciendo un fuerte estruendo. Asimismo, de este departamento pasaban líquidos a través del techo, y a veces goteaban directamente sobre uno de nuestros escritorios. Se nos dijo que este viejo edificio no se restauraría, y que tampoco había ningún otro salón disponible para nosotros.
Estas molestas condiciones de trabajo hicieron que me sintiera decaída y enojada todas las mañanas al subir por las sucias escaleras hasta nuestra oficina. Fue entonces que una semana, al leer la Lección Bíblica que aparece en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, estudié el relato de Jacob y la escalera hacia el cielo. Cuando iba subiendo la empinada escalera hacia la oficina, el recuerdo de esta escalera al cielo fue de gran inspiración para mí. Desde ese momento ese pensamiento me acompañó diariamente, especialmente cuando debía subir o bajar esas molestas escaleras. Comencé a estar cada vez más consciente del hecho de que esas deprimentes condiciones no formaban parte del reino de los cielos, que, según Cristo Jesús nos enseñó, “se ha acercado”.
Estas dificultades fueron resueltas por medio de una oración confiada y persistente. Se encontró un espacio adecuado y satisfactorio para nuestra oficina en el área administrativa. Aprendí así a confiar en Dios, no sólo en situaciones armoniosas, sino también a reconocer que Dios está siempre presente y es todopoderoso aun en condiciones extremadamente complicadas.
Exámenes subsiguientes confirmaron la curación completa de mi enfermedad pulmonar. Desde entonces he disfrutado de buena salud sin haber estado ausente por enfermedad ni un solo día, por lo cual me siento muy agradecida. La Ciencia Cristiana se ha convertido en una ayuda indispensable y maravillosa en mi vida diaria. Estoy especialmente agradecida por ser miembro de La Iglesia Madre, por haber tomado instrucción en clase Primaria de la Ciencia Cristiana, y por que puedo ayudar en nuestra Sociedad de la Ciencia Cristiana, lo que me llena de gozo y promueve mi progreso espiritual.
Berlín, Alemania
