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A salvo del crimen

Del número de enero de 1993 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

The Christian Science Monitor


Durante Una Reunion reciente, el jefe de la policía me dijo que llegaba tarde porque había estado levantado casi toda la noche. Había habido otro tiroteo desde un auto en el cual murieron dos adolescentes. Durante algún tiempo yo había estado al tanto del alto índice de crímenes. Y no pude evitar el preguntarme: ¿He hecho algo al respecto? ¿Me importa la comunidad? ¿Qué puedo hacer?

Hay, desde luego, muchas actividades en las que puedo participar. Puedo trabajar con grupos vecinales, para que las calles estén más seguras. Puedo cooperar con la policía. Pero el recurso inmediato más eficaz que tengo es la oración. Esta oración tiene que ser algo más que un mero ruego para que Dios intervenga. Debe basarse en una comprensión creciente de El, de Su permanente presencia. Semejante oración es una afirmación sistemática y disciplinada de la ley de Dios; una ley que está siempre en operación. En el primer capítulo de Ciencia y Salud, titulado "La oración", la Sra. Eddy escribe: "La oración, la vigilancia y el trabajo, combinados con la inmolación de sí mismo, son los medios misericordiosos de Dios para lograr todo lo que se ha hecho con éxito para la cristianización y la salud del género humano".Ciencia y Salud, pág. 1. Debido al origen divino de la oración, los pensamientos que utilizamos al orar tienen la autoridad de Dios.

Hace unos años comprendí lo práctica que puede ser la oración. Una gran ciudad era víctima de una organización inescrupulosa que intentaba apoderarse de ella, organizando, de acuerdo con sus planes, a la fuerza policial, al departamento de bomberos, a los recolectores de basura, y a otros empleados municipales. Proponían una huelga mediante la cual esperaban paralizar la ciudad durante una celebración popular anual.

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