Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

El Estudio De la Ciencia Cristiana...

Del número de enero de 1993 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El Estudio De la Ciencia Cristiana me ha sacado de las tinieblas y me ha llevado hacia la cálida luz del sol que consiste en enseñarme quién soy en realidad como hija de Dios; y debo expresar mi agradecimiento por este maravilloso cambio en mi vida.

Hace muchos años, cuando estaba en la escuela secundaria, antes de oír hablar acerca de la Ciencia Cristiana, empecé a sufrir ataques de apoplejía. En esa época, aprendí a soportarlos. Pero cuando estaba en mis veintes, visité a un médico, y después de una serie de exámenes, me dijo que tenía epilepsia. El me prescribió medicamentos que contenían ciertas formas de barbitúricos, y comencé un largo período de años tomando estas píldoras y dependiendo de ellas.

Me enteré acerca de la Ciencia Cristiana a través de un empleador. Poco después, con la ayuda de un practicista de la Ciencia Cristiana, sané de catarro de la noche a la mañana, lo que me abrió los ojos. Tenía que aprender más acerca de estas enseñanzas. Entonces visité una Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana donde podía hacer preguntas y leer sobre la posibilidad de que Dios me sanara. Más tarde hablé con un practicista, que me ayudó a comprender mi verdadero ser espiritual. Yo sabía que esta comprensión me capacitaría para vivir una vida normal, sin tener que depender de las drogas prescritas.

Dos veces después de haber comenzado a estudiar la Ciencia, traté de suspender el uso de las medicinas. Pero cada vez el temor me hacía volver al uso de las píldoras. (En una ocasión un paramédico me dijo que si dejaba de tomar las medicinas, podría ser fatal.) Cuando traté la tercera vez, llamé a un practicista, y le expliqué mi situación acera del temor y le pedí que me ayudara.

Después que me aseguró de que oraría por mí, y de que Dios me guiaría todo el camino, tomé un ejemplar de La Ley de Dios que todo lo ajusta, un folleto publicado por La Sociedad Editora de la Ciencia Cristiana. Estas palabras llamaron mi atención: “Cuando en nuestra impotencia llegamos al punto en el que percibimos que de nosotros mismos nada podemos hacer e invocamos a Dios para que nos ayude; cuando estamos dispuestos a abandonar nuestros propios planes, nuestra propia opinión, nuestro propio juicio de lo que creemos debiera hacerse bajo las circunstancias, y no tememos las consecuencias, entonces la ley de Dios se hará cargo de toda la situación y la remediará”. Fue entonces que decidí poner todo en manos de Dios, porque me sentía desvalida. Pensé: “No sé si pasaré la noche, pero pongo mi vida en Sus manos". Entonces un sentido de paz me embargó, y supe que todo estaba bien.

Me desperté varias veces durante la noche sintiéndome ansiosa, pero inmediatamente el sentido de paz volvía y podía dormir, aún confiando completamente en Dios. A la mañana siguiente estaba libre.

Todo esto sucedió hace más de cinco años, y he estado libre de estos ataques desde entonces. Mi gratitud por esta demostración del poder sanador de la Verdad no tiene límites. Estoy muy agradecida por haber recibido instrucción en clase de la Ciencia Cristiana, y haber aprendido a confiar en esta gran verdad de que Dios nunca creó enfermedad de ninguna clase y que, por lo tanto, podemos estar libres y bien.


Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / enero de 1993

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.