En Enero De 1991 viajé a California con el propósito de ayudar a mi hijo y a mi nuera a cuidar de sus hijos mellizos recién nacidos, un varón y una niña. Antes de salir de viaje me habían avisado que el varón tenía un problema que los médicos consideraban extremadamente grave y quizás hasta imposible de tratar con la medicina y me pidieron ayuda metafísica por medio de la oración.
De inmediato me volví a Dios con todo mi corazón y rechacé enérgicamente el terrible pronóstico. Reconocí que Dios es el único creador, que sólo crea perfección, la expresión de Sí Mismo y que toda apariencia de imperfección no tiene poder; es una mentira absoluta. Percibí con claridad la pureza e inocencia de este pequeño infinitamente amado de Dios, enteramente espiritual, y supe que la ley de Dios estaba gobernando en ese preciso momento.
Afirmé constantemente estas verdades aún después de haber llegado a la casa de mi hijo en Berkeley. Cada vez que tomaba al niño en mis brazos estaba muy consciente de la perfección y que Dios lo cuidaba con ternura y amor, y me sentía libre de temor. Les pedí a mis hijos que en todo momento pensaran únicamente en la perfección de este pequeño como la imagen de Dios, y ellos así lo hicieron. (Mi hijo fue criado en la Ciencia Cristiana. Mi nuera no es Científica Cristiana, pero me había preguntado sobre esta Ciencia, y en varias ocasiones había solicitado ayuda metafísica.) Esto nos dio la confianza para mantener la calma y dominar el temor.
El médico dijo que sería necesario hacerle algunos análisis al bebé al cabo de un mes para comprobar cómo iba evolucionando. Yo estaba muy agradecida por este lapso de tiempo que nos dio la oportunidad de orar continuamente. Me aferré a las siguientes palabras de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras y de La Unidad del Bien por Mary Baker Eddy: “... nada inarmónico puede entrar en la existencia, porque la Vida es Dios”, y “Este sentido falso de sustancia tiene que ceder a Su eterna presencia, y así disolverse”.
Pocos días después de haber regresado a casa hicieron los análisis correspondientes en el hospital y al día siguiente mi nuera me telefoneó para decirme que los médicos informaron que el problema que se presentó tan evidente al principio, había cesado y se había disuelto. Según ellos no había ninguna evidencia de algo malo; el bebé estaba perfecto. No podían salir de su asombro. Mi nuera le dijo al pediatra que dado que soy estudiante de la Ciencia Cristiana, había estado orando por el niño. El médico expresó mucha gratitud por esta curación.
Esta fue en verdad una experiencia bendita. No hay palabras para expresar mi gratitud y el amor por la Ciencia Cristiana y por el descubrimiento de las leyes de la curación espiritual que hizo la Sra. Eddy, que provee las herramientas para superar en nuestra experiencia todo lo que sea desemejante a Dios.
Greenwich, Connecticut, E.U.A.
Corroboro sinceramente lo que mi madre ha relatado y estoy inmensamente agradecido por su ayuda en momentos tan difíciles. Sus palabras plenas de fe nos tranquilizaron mucho y nos ayudaron a ver a nuestro hijo desde el punto de vista de la perfección espiritual. Nos sentimos liberados al saber que la ominosa situación de mi hijo fue revertida y como mi madre lo señala, los médicos se sorprendieron mucho. Además debo agregar que la fe y amor de mi madre siempre han sido y continúan siendo una constante fuente de fortaleza y consuelo espiritual para todos sus hijos y nietos.
Berkeley, California, E.U.A.
Yo ratifico el testimonio de mi suegra. Durante mi embarazo nos enteramos de que nuestro hijo tenía una condición anormal en el hígado y el riñón. Le pedimos a mi suegra que orara por el bebé. Su visión clara de la realidad y firme fortaleza en momentos tan difíciles, nos ayudó a mantener la calma. Nos resistimos a hablar o a pensar sobre el problema. En vez de ello pensábamos en nuestro hijo como la perfecta semejanza de Dios.
Mi suegra llegó después del nacimiento para ayudarnos y pasó muchas horas con el bebé en brazos y hablándonos de Dios. Cuando llevamos al bebé al hospital para hacer los análisis nos dijeron que no había evidencia de tumor alguno en el hígado y que el riñón estaba recobrando su tamaño normal.
Ahora que el bebé cuenta un año de edad, disfrutamos de un hijo alegre, vigoroso y saludable.
