Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Fui Criada Por padres que...

Del número de enero de 1993 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Fui Criada Por padres que sólo sabían vivir una vida sincera, íntegra y recta. Más adelante me casé y diez años después tuvimos nuestro primer hijo. En ese entonces no creía en Dios y tenía una fe total en la voluntad humana. Me empeñaba con todas mis fuerzas en seguir en la dirección errada.

Cuando mi hijo tenía cuatro años, nació mi pequeña hija. Al año siguiente me di cuenta de que necesitaba algo más que voluntad humana para solucionar mis problemas, y me acerqué a Dios, a pesar de lo poco que conocía de El. Pensé que lo mejor sería llevar a nuestro hijo a la Escuela Dominical de una iglesia cristiana. De modo que le pregunté a una amiga si conocía una iglesia en el vecindario y me dijo que podía llevarme a su propia iglesia si lo deseaba.

Con el corazón palpitando de esperanza y temor, visité con mis dos hijos Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Tokio. Aún recuerdo vivamente la inspiración que recibí cuando leí la inscripción en la pared que dice: “Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”, palabras de Cristo Jesús del libro de Juan, y la de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana”.

Me sentí animada y comencé una nueva vida guiada por esta verdad. Pero poco tiempo después, mi vida comenzó a atravesar momentos muy tormentosos. Y cuanto más me esforzaba por acercarme a Dios, más se tambaleaba mi vida en el sentido contrario, hasta que las cosas llegaron a su punto más álgido. Mi matrimonio de veinte años terminó y me vi abandonada con dos hijos para criar por mí misma, de siete y once años de edad. Me quedé anonadada ante lo que parecía ser un desafío demasiado cruel de soportar.

Durante el mes de noviembre, cuando el viento era demasiado intenso y frío, me encontraba buscando una habitación bajo condiciones inconcebibles. Pero necesitaba un hogar de inmediato y no podía aceptar una contestación negativa de “No, eso no es posible”. Comprendí que si obtenía un entendimiento más correcto de Dios y del hogar, podría resolver este problema, y mi apuro entonces era demostrar esto.

Me preguntaba cuál era la verdad de Dios que podía revertir la tentación de creer que “no hay esperanza, éste es el fin”. Pero de inmediato rechacé estos pensamientos. Todo lo que pude entender fue que necesitaba aferrarme rápidamente a lo que sí sabía de Dios y de mi vida en El para no desviarme de la meta.

En ese momento vi a mi hijo, que comenzaba el quinto año de escuela, caminar alrededor de la oficina de la inmobiliaria para mirar los anuncios colocados sobre la ventana. Percibí que este niño, que estaba buscando un lugar para vivir, era un mensaje de Dios. En ese instante se produjo un cambio total en mi consciencia. Era un hecho natural. La palabra imposible y todos los pensamientos similares simplemente desaparecieron de mi consciencia. En ese momento entendí que lo que mi hijo estaba haciendo era algo más que buscar una solución material tal como una habitación; para mí significó que él estaba confiando que la manifestación de hogar del Amor divino se haría evidente. Me sentí tranquila y a la vez di todos los pasos humanos posibles.

Cuando más difícil parecía nuestra búsqueda, más cerca me sentía del Amor divino. Comprendí esta simple ecuación: cuando la materia ocupa cada vez menos lugar en el pensamiento, ese espacio lo llena el Amor divino con entendimiento espiritual. A medida que la meta de encontrar una “casa” desaparecía de la vista, pude percibir con mayor claridad mi “hogar” espiritual.

A mi regreso de la iglesia esa semana, pasé por una inmobiliaria que, por alguna razón, estaba abierta ese domingo. El encargado de la inmobiliaria salió a recibirnos y nos dijo: “Tenemos una habitación que parece apropiada para ustedes”. Cuando la fui a ver, me di cuenta de que reunía todas las condiciones, excepto que no tenía teléfono. Pero luego pensé que de todos modos un teléfono sería un lujo. De modo que decidí alquilar la habitación.

Ese mismo día una amiga de mi época universitaria me entregó un sobre. Mi amiga me dijo: “Hay suficiente dinero aquí para obtener un teléfono. Tendrás que trabajar y el teléfono es una necesidad para una madre que trabaja y que tiene niños pequeños. Lamento que son billetes pequeños y monedas. Pero resolví hacerlo ante esta idea que me vino de repente”. Esta expresión inesperada de amistad fue claramente parte del cuidado de Dios.

Desde el día que encontramos nuestro “hogar”, nuestra pequeña familia ha ido progresando. Nuestros corazones están rebosantes de infinita gratitud. Estoy haciendo un trabajo muy productivo y los niños gozan de salud y disfrutan de la escuela.

Sin lugar a dudas, mi dos hijos y yo sabemos que nos encontramos aquí debido a que una iglesia de la Ciencia Cristiana estaba allí cuando la necesitábamos y pudimos aferrarnos a la Ciencia Cristiana. El propósito de toda mi vida es poder comprender la voluntad de Dios y buscar la manera práctica de responder a la voluntad divina.

Para quienes tratan de alcanzar esta meta, la Biblia está llena de verdades que nos guían, y Ciencia y Salud está lleno de enseñanzas, tal como un libro de cocina que nos enseña a hacer de la verdad nuestro alimento práctico. Estoy utilizando los dos libros del mismo modo que preparo tres comidas diarias. Un libro de cocina no nos ayudará a lograr nuestra meta si sólo nos quedamos contemplándolo. De modo que estoy procurando hacer lo que estos libros explican que se debe hacer, tratando de vivir mi vida como una verdadera seguidora de Cristo Jesús.

Nuestra familia ha recibido mucho de Dios. Estoy emocionada por la infinitud de nuestras bendiciones.


Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / enero de 1993

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.