¿Se Ha Preguntado alguna vez cómo es que la gente se arriesga a interesarse por los demás y continúa interesándose por su bienestar? Parecería que no podemos dar abasto para responder a los problemas que pululan a nuestro alrededor, mientras estamos trabajando simplemente para poder sobrevivir un día a la vez.
Nadie quiere ser insensible. Sin embargo, en esta época a veces casi parece necesario serlo para enfrentar la vida. Nos enteramos que un vecino se quedó sin empleo porque cerraron una fábrica o una base militar; un colega está luchando con una enfermedad; alguien está destruyendo los buzones de las casas del barrio; otra persona está luchando para superar el alcoholismo... Simplemente es demasiado. Después de todo, usted todavía tiene que preparar el desayuno y ocuparse de que todos vayan a la escuela. Tiene un proyecto entremanos en su empleo que debería haber terminado. Y entonces resulta que tiene que llevar el automóvil al taller.
Aun así, hay personas que escuchan esos informes día tras día y, en un incesante desborde de amor, guían a amigos y desconocidos a encontrarse cara a cara con el Amor divino. En lugar de estar consumidos por los problemas, este interés y solicitud les traen refrigerio y renovación. Su propia experiencia de Dios se profundiza, y aquellos que buscan su ayuda hallan respuestas y curación donde muchos creyeron que era imposible. ¡Qué don comparten! ¿Cómo se describe lo que se siente cuando a uno se lo libera del temor, del remordimiento, de la desesperanza y de la angustia? ¿Cómo se explica el sentido de luz, el sentirse estimado por Dios, de ser amparado, de poder depender del bien? ¡Es un gran descubrimiento! ¡Qué maravilla! Trae una oleada de salud y progreso. La Ciencia Cristiana nos capacita a todos para vivir expresando interés por los demás con eficacia.
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