Un Dia, De acuerdo con un antiguo cuento popular, el diablo iba a dejar su trabajo, y puso todas sus herramientas en venta. Le preguntaron por qué la herramienta llamada "desaliento", que estaba muy gastada, tenía un precio tan elevado. El diablo respondió que con ella podía penetrar en el pensamiento de una persona cuando ni siquiera podía acercarse a ella con cualquier otra de sus herramientas. Y una vez adentro, podía usar a esa persona de la manera que mejor le conviniera. Dijo que esta herramienta, el "desaliento", estaba muy gastada porque la había usado con casi todos, dado que muy poca gente sabía que le pertenecía a él.
Con frecuencia, cuando nos encontramos en circunstancias difíciles, nos sentimos desalentados. Pero en esos momentos tenemos una opción, porque Dios nos ha dado un arma poderosa e indestructible: la capacidad de recurrir a Dios, conocerlo y confiar en El, un don que nos permite ir más allá de toda limitación.
Ahora bien, en la Biblia encontramos muchas declaraciones categóricas sobre el poder absoluto de Dios, como por ejemplo en Isaías: "Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí". Isa. 45:5. En algunos idiomas, las palabras Dios y bien son sinónimos. La Biblia también nos dice que Dios es a la vez "... [el] principio y [el] fin,... el primero y el último". Apoc. 1:8, 11. Esto significa que Dios es eterno y que El llena todo el espacio. Dios es Amor, Verdad, Espíritu y Vida, para mencionar sólo cuatro de los muchos nombres bíblicos significativos de Dios.
La Biblia también nos dice que estamos hechos a la imagen y semejanza de Dios. Cuando razonamos acerca de esto, podemos concluir que Dios tiene que haber creado al hombre armonioso, completo, perfecto, satisfecho y bendecido abundantemente, porque Dios mismo incluye todas estas características. Además, Dios ciertamente no experimenta la pobreza ni la escasez, ni puede tener altas y bajas ni ningún otro tipo de discordia. Dios es el único que es, el único Yo Soy, y, por lo tanto, El no puede carecer de nada.
Al hablar de semejanza queremos significar un reflejo del original. Puesto que Dios es Amor, el hombre refleja al Amor; puesto que Dios es Verdad, el hombre también expresa la Verdad; y puesto que Dios es Vida, el hombre manifiesta la Vida. Para sacar a relucir estos hechos en nuestra vida diaria, tenemos que abrigar los pensamientos de Dios. Nuestras acciones son la expresión de nuestros pensamientos. Y así como los mangos sólo pueden ser los frutos del mango, también las obras del bien sólo son el resultado de pensamientos divinos.
He podido comprobar que fijar nuestros pensamientos en lo verdadero y el bien, — en Dios y en el hombre como Su imagen — y dejar atrás el desaliento, o aun la tentación de sentirnos desalentados, trae resultados sanadores. Una de esas experiencias tuvo que ver con el pago de una factura por un monto importante, en concepto de un trabajo que yo había efectuado para cierta compañía.
Cuando entregué el trabajo, los empleados de esa compañía me pidieron que regresara en dos días. Regresé cuando me lo habían indicado, pero me dijeron que el departamento contable estaba reteniendo la factura y que el supervisor había decidido no aprobar el pago. Debo admitir que en ese momento me sentí desalentado. Había abrigado resentimiento hacia esta persona durante años. (El había sido contratado para esta compañía por el mismo hombre que me había despedido hacía aproximadamente once años.) Al principio, no vi ninguna forma de sanar el resentimiento que sentía o de resolver el problema con la factura.
En lugar de hacer algo más, sentí que era más sabio no decir nada más, sino regresar a casa y orar. Nuestro Maestro, Cristo Jesús, dijo: "Si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda". Mateo 5:23, 24.
Mi oración estuvo dirigida hacia algo que había aprendido a través de mi estudio de la Ciencia Cristiana: el hecho espiritual de que el hombre de la creación de Dios vive para siempre como un miembro de la familia armoniosa de Dios. Y esto se refiere a todas las personas, incluso el hombre con quien por tanto tiempo me había sentido resentido. En ningún momento puede el hombre abandonar el lugar en el cual siempre ha existido. Esta relación entre Dios y el hombre, causa y efecto, es indestructible.
Al día siguiente, me sentí libre del desaliento y del resentimiento. Cuando regresé a la compañía, el mismo supervisor me dijo que su gerente, que tendría que refrendar el pago, había estado fuera de la oficina desde la mañana, y no era probable que volviera aquel día. Me dio esta información de una manera bastante ruda, pero esto no me desalentó. La puerta de mis pensamientos permaneció cerrada a los sentimientos ofendidos.
Jesús, a veces, se alejaba de la multitud. Yo también hice lo mismo en aquel momento. Me alejé de la oficina principal y fui al otro edificio para orar. Allí traté de comprender que el hombre es uno con Dios. El hombre está donde Dios está, reflejando la sabiduría, la capacidad y la presencia de Dios. Continué razonando y orando de esta manera hasta que comprendí que todo lo que Dios ve es bueno, como El mismo lo declara, y que El descansa en la contemplación de Su obra perfecta. Entonces, también yo necesitaba descansar y confiar en el desenvolvimiento armonioso de la creación de Dios.
Alrededor de una hora más tarde, el gerente regresó a su oficina. Y en lugar de negarse a firmar, como lo había hecho antes, autorizó y permitió el pago. Además, aunque los procedimientos de la compañía no permitían los desembolsos ese día, este problema fue resuelto. Uno de los ejecutivos de la compañía me pagó él mismo el monto total de la factura. Toda esta experiencia fue una bendición para todos. Más tarde, yo y el hombre hacia quien antes había sentido resentimiento, nos hicimos amigos.
La causa de todo desaliento es la gran mentira que nos dice que además del Dios omnipotente hay un poder opuesto que trae enfermedad, mala suerte, fracaso, etc.
Por eso, debemos vigilar nuestros pensamientos, identificar los que son nuestros (aquellos que vienen de Dios) y atesorarlos y vivirlos, llevándolos a la práctica diariamente. Por ejemplo, puesto que Dios es el bien, El no creó ni la enfermedad, ni la mala suerte, ni el fracaso. Por lo tanto, no le pertenecen a Dios. Así que no tenemos porqué temerles. Hacerlo implica negar el poder omnipresente de Dios, el Amor divino.
En Ciencia y Salud, por Mary Baker Eddy, leemos: "Para ser inmortales, tenemos que abandonar el sentido mortal de las cosas, volvernos de la mentira de la creencia falsa hacia la Verdad y recoger de la Mente divina las verdades del ser" Ciencia y Salud, pág. 370.. ¡Qué maravilloso es saber ahora mismo que el desaliento es una mentira, que no es una de las cualidades divinas que refleja el hombre! No luchamos contra personas ni cosas, ni contra un demonio, sino contra pensamientos, ¡pensamientos que no nos pertenecen y que nunca pueden ser reales para nosotros! Por lo tanto, podemos dejarlos de lado.
Todas las herramientas que nos resultan útiles y necesarias para superar el desaliento están a nuestro alcance ahora: la confianza en Dios, la oración y una comprensión espiritual de que Dios es absoluto, de que el hombre refleja a Dios y que, en realidad, cada uno de nosotros pertenece a la familia de Dios. Entonces, pongamos manos a la obra confiados, orando y conociendo a Dios y al hombre, para que podamos sentir el constante amor que Dios siente por nosotros, Sus hijos.
