Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Desde Que Comence a estudiar...

Del número de enero de 1993 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Desde Que Comence a estudiar la Ciencia Cristiana, hace más de veinte años, he tenido muchas curaciones y he podido resolver muchos problemas al practicar sencillamente lo que he ido comprendiendo de las enseñanzas de esta religión. Envío este testimonio como ejemplo.

Vivo en una gran área de pesca y voy de pesca con mucha frecuencia. Durante muchos años he pasado la mayor parte del tiempo pescando en un lugar calmado y protegido llamado el Canal del Tiburón, situado entre el Golfo de México y el Océano Atlántico.

Un día, hace ya más de diez años, me encontraba sólo en mi pequeño bote cuando sufrí un ataque cardíaco o una convulsión. Me encontraba sentado en el fondo del bote y aun cuando no sentía ningún dolor me era imposible moverme. Cuando me di cuenta de lo que había pasado, descubrí rápidamente lo más importante: la maravillosa bendición que nos acompaña cuando diariamente oramos para reconocer que Dios es la Vida infinita y perfecta y para reconocer que nosotros mismos somos Su reflejo espiritual.

Luego de la violenta sugestión del ataque cardíaco, vino este pensamiento sencillo y claro: no importa cual sea el cuadro físico, Dios continúa cuidando al hombre y siempre lo hará. Posiblemente éstas no fueron las palabras exactas, pero lo que implican es inconfundible, no importa lo que haya ocurrido, la bondad y el amor de Dios estaban conmigo y yo estaba seguro y a salvo entre Sus sempiternos y extendidos brazos, porque soy Su hijo muy amado, Su imagen y semejanza totalmente espiritual.

Después de esta oración, gradualmente, pero de manera perceptible, la presión y el desvanecimiento que había sentido inicialmente fueron cediendo, y todo volvió a la normalidad.

Enseguida me enderecé y regresé a mi banco de pescador en la posición acostumbrada para poder seguir pescando, lo cual hice después de haber orado dando gracias por esta rápida curación.

Desde entonces ni en la tierra ni en el agua he vuelto a experimentar nada remotamente parecido a esto. Está demás decir que mi gratitud por la Ciencia Cristiana no tiene límites.


Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / enero de 1993

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.