Aun Antes De comenzar a registrar la historia, los hombres y las mujeres han sentido el deseo de documentar sus más profundos sentimientos espirituales, para compartirlos con los demás, hasta para ayudar a cambiar, o reformar, la vida de aquellos que están a su alrededor. El hombre ha expresado estos sentimientos de innumerables maneras, a través de pinturas, símbolos, comunicación verbal y lengua escrita. Se podría decir que en un sentido general, la palabra “escritura” incluye todas estas expresiones.
Los vestigios más primitivos del alcance espiritual del hombre se revelan en las pinturas hechas en las paredes de las cuevas en lo que es ahora Europa. Por ejemplo, en las montañas de los Pirineos al sur de Francia, dentro de las profundidades de una cueva conocida con el nombre de “Trois Freres” [Tres Hermanos], una figura misteriosa ha estado observando a los visitantes por más de treinta mil años. Sus ojos negros y apremiantes miran con fijeza a través de una máscara de ciervo con cornamentas. Los entendidos dicen que esta figura representa a un “shamán”, un sacerdote o curandero de las culturas primitivas.
La adoración a los animales y a la naturaleza continuó por miles de años en sociedades tribales que surgieron de las comunidades de la Edad de Hielo y se esparcieron por todo el mundo. Por ejemplo, antes de que los europeos hubieran pisado las Américas, más de dos mil tribus indias con diferentes lenguajes y culturas poblaron el vasto continente, con un shamán que mantenía su posición como el centro espiritual de la tribu. Las tradiciones y oraciones ceremoniales se transmitieron de generación en generación, pero nadie las registró en los libros sagrados, sino que fueron descritas en la piel de animales, así como también en los cantos, forma de tocar los tambores, la música y la danza.
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