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“¡Perdí mi empleo!”

Del número de marzo de 1993 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hay Epocas En que nos sentimos tan atrapados en nuestro trabajo o empleo que estamos totalmente absortos en él, con exclusión de casi todo lo demás. Algunas veces cuando esto sucede, nos ven como fanáticos del trabajo: una personalidad del tipo A, una mujer o un hombre absorbido por la compañía. Más aún, es posible que pensemos de nosotros mismos en esos términos. Entonces un día, por cualquier razón, nos podemos encontrar sin trabajo. Hemos perdido nuestro trabajo, y también nos sentimos como “perdidos” nosotros mismos.

Asustados y dubitativos sobre qué hacer en el futuro, tal vez desesperados, exclamemos: “Perdí mi empleo. ¿Qué voy a hacer? ¿Qué puedo decirle a mi familia? ¿Cómo voy a pagar mis cuentas?”

Cuando uno se enfrenta con la perspectiva de ser un desocupado, con ninguna oportunidad inmediata de empleo visible, hay algo que uno puede hacer, algo mucho más productivo que correr desesperado de una entrevista a otra o rendirse a la desesperación y a la desesperanza. Podemos volvernos a Dios para salir de ese callejón.

La Biblia, que nos revela la Palabra de Dios, es un buen lugar donde empezar. En el Génesis se nos asegura que Dios creó al hombre a Su propia imagen. No sólo eso, también nos dice que “los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla”. Gén. 1:28. Ciertamente no parece que Dios espera que Su hombre, a Su imagen y semejanza, sea infructífero y desempleado. Uno podría contestar: “¡Yo sé lo que la Biblia dice, pero yo no tengo trabajo! Puede ser que Dios no espere que me encuentre sin trabajo. Pero así es”.

Quizás una pregunta importante que podríamos hacer es: ¿Qué esperábamos de nuestro trabajo? ¿Pensábamos en nuestro trabajo como lo más importante y asumimos que sin él estaríamos desamparados? ¿Pensábamos que nuestra compañía o el servicio de nuestro empleador era el único lugar en el cual podíamos ser productivos, y que en ninguna otra parte encontraríamos un sentido de realización y autosatisfacción? ¿Habíamos estado aceptando la sugestión que nuestra vida está llena de incertidumbre, expuesta a la voluntad de las compañías, los empleadores o los caprichos de la economía?

El hecho de aceptar que esas sugestiones son verdaderas acerca de la naturaleza de nuestro trabajo es aceptar el punto de vista material y limitado del hombre, que es la fuente de todos nuestros problemas en primer lugar.

¿Pensamos que no hay relación entre nosotros y el hombre creado a imagen de Dios y bendecido por El? ¿O hemos estado pensando que somos el producto de algún tipo de generador genético que selecciona un número aleatorio, que nuestro éxito depende de la suerte o “de la manera en que bota la pelota”? ¿Qué nos dice Cristo Jesús acerca de la naturaleza del hombre y de su trabajo?

Como usted recordará, durante uno de sus viajes a Jerusalén, los padres de Jesús le perdieron el rastro al joven Jesús por un tiempo. Cuando lo encontraron y le dijeron que habían estado preocupados por él, se sorprendió de que ellos lo estuvieran buscando y preguntó: “¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” Lucas 2:49. El estaba hablando del negocio de su Padre, los negocios de Dios. Quizás, si nos encontramos desempleados, deberíamos analizar en qué medida hemos estado en los negocios de nuestro Padre.

En primer lugar, debemos saber quiénes somos nosotros en realidad, de la misma manera en que Jesús sabía quién era él. ¿Estamos conscientes de que nuestra propia y única identidad es espiritual; que somos el reflejo, la idea, de Dios que nos creó? Segundo, ¿hemos entendido en realidad cuál es nuestro propósito como hijos de Dios? ¿Hemos entendido y aceptado nuestra verdadera descripción de puesto? Es esencialmente lo mismo que Jesús le dijo a Pilato: “Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad”. Juan 18:37. Recordamos que Pilato respondió con una pregunta: “¿Qué es la verdad?” La Ciencia Cristiana explica esa verdad que Pilato no pudo entender; es la verdad acerca de Dios y del hombre, el hombre espiritual, hecho a Su imagen y semejanza. Es también la verdad acerca de todos los aspectos de la creación espiritual de Dios, hasta el último detalle de ella, incluso nuestro derecho de estar empleados en el negocio de atestiguar o expresar la naturaleza de Dios, que es el único verdadero empleador.

Ciencia y Salud por Mary Baker Eddy responde a la pregunta: “¿Qué es Dios?” de esta manera: "Dios es Mente, Espíritu, Alma, Principio, Vida, Verdad, Amor, incorpóreos, divinos, supremos, infinitos”.Ciencia y Salud, pág. 465. Del mismo modo que el propósito y el trabajo de la vida de Jesús fue ser el testigo o la expresión de la naturaleza de Dios, como lo definen esos términos sinónimos, el negocio de cada uno de nosotros es expresar tan completa como sea posible las cualidades que se atribuyen a Dios.

A medida que desarrollamos nuestro negocio expresando las cualidades de Dios como Verdad, somos más honestos en nuestro trato con los demás, y nos presentamos con veracidad y justicia ante nuestra compañía como así también ante sus clientes. Cuando conducimos nuestros negocios expresando las cualidades de Dios como Amor, podemos estar en una mejor posición para servir a nuestra compañía, a nuestros clientes, a nuestros amigos, a los miembros de nuestra familia, con una genuina estima por su éxito y bienestar. Cuando estamos en nuestros negocios, los negocios de nuestro Padre, expresando la cualidad de Dios como Mente, estamos en mejor posición para tomar una decisión inteligente basada en el conocimiento de que la Mente es la fuente de todas las ideas correctas. Al expresar al Principio, somos puntuales y rendimos con todo nuestro esfuerzo la jornada de trabajo, nuestras actividades son siempre legales y en completo acuerdo con la ley y el orden. En el negocio de expresar la Vida como los hijos de Dios, somos activos y sanos, estando justo en el lugar donde necesitamos estar. Al expresar al Espíritu, poseemos iniciativa y energía y somos motivados espiritualmente. En el negocio de expresar al Alma, apreciamos el buen trabajo de los otros y nos regocijamos en la belleza de la creatividad y de la innovación.

Cuando consideramos que el verdadero empleo es el negocio de expresar la naturaleza de Dios, nuestra actitud, algo de este enfoque más elevado del empleo, se hace evidente para aquellos con quienes nos entrevistamos cuando buscamos un nuevo trabajo. Los empleadores están buscando a gente que exprese las cualidades que hemos comentado. La práctica sincera y persistente de estas cualidades cambiará nuestro llanto desesperado: “¡Perdí mi empleo!” por una declaración de agradecimiento: “¡Gracias, Dios, por haber encontrado mi verdadero trabajo!” Y el resultado es infalible; encontraremos una ocupación que nos dé satisfacción y progreso.

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