Desde Mi Temprana niñez sufrí de epilepsia. Se hicieron consultas con especialistas médicos, pero no pudieron aliviarme.
Más tarde, después de casarme e ir a vivir a Chicago, mi salud no solo no mejoró sino que empeoró. Decidimos consultar a un renombrado especialista. Luego de examinarme durante una semana, lo único que pudo decirme fue que todavía no había curación posible. Me recetó entonces una medicina que debía tomar tres veces al día.
Cuando mi esposo falleció a fines de la década de los cuarenta, me mudé a Los Angeles. Luego me casé nuevamente y mi cuñada me dio a conocer la Ciencia Cristiana. Aun cuando al principio no estaba muy interesada, ella me alentaba y leíamos juntas diariamente la Lección Sermón de la Biblia y Ciencia y Salud escrito por la Sra. Eddy. Más adelante, luego de habernos mudado a los suburbios, concurrí a una filial de la Iglesia de Cristo, Científico, que había cerca y también fui a la Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana. Concurría a los servicios todos los domingos.
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