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Un Dia Una de mis hijas fue...

Del número de marzo de 1993 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Un Dia Una de mis hijas fue atropellada por una camioneta en frente de nuestra casa. El conductor de la camioneta la llevó de inmediato al hospital. Cuando, a través de un llamado del hospital, me enteré de lo que había sucedido, comencé a orar. Estuve consciente del hecho espiritual de que en el reino de Dios, el reino del Amor, no puede haber accidentes y que todo está bien. También me sentí agradecida por la preocupación que expresaron aquellos que sabían del accidente.

Al llegar al hospital, vi que mi hija estaba angustiada por el ambiente desconocido que la rodeaba, por el examen médico que trataban de hacerle y por las lesiones que tenía (presentaba serias heridas en el cuerpo y en la cabeza). En ese ínterin le había pedido ayuda a un practicista de la Ciencia Cristiana, quien amorosamente había aceptado orar por nosotras. Mi hija estaba convencida de que no era necesario un tratamiento médico, y los médicos y enfermeras, aunque insistieron, no la examinaron. Yo les aseguré que me haría cargo de que se recuperara por completo. Prometí a los médicos y al propietario de la camioneta que traería una prueba convincente de esto. Así, mi hija fue dada de alta.

La certeza de que todo estaba bien inundó mi pensamiento, y mi corazón se llenó de gratitud cuando vi a mi hija libre de temor, segura de que la vida no depende de la materia ni de medios mecánicos y humanos, sino de poder omnisciente, omnipresente y omniactivo de Dios. Sentimos que el amor de Dios nos envolvía.

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