Cuando Nos Ponemos a pensar en la economía —¿y quién no lo hace en estos días?— ¿por dónde empezamos? ¿Con previsiones económicas sombrías? ¿Con balances de cheques que no alcanzan a cubrir las necesidades? ¿O comenzamos con Dios?
Como enseña la Ciencia Cristiana, Dios es sólo el bien y tiene sólo el bien para Su creación. Pero esta creación no incluye el concepto del hombre que la mayoría de la gente tiene, un hombre mortal que, con demasiada frecuencia, se ve envuelto en serias dificultades en lo que respecta a las finanzas. (¡Y a otras cosas también!)
Este concepto mortal no es el hombre de la creación de Dios. Como lo afirma la Biblia, el hombre de la creación de Dios está hecho a semejanza de Dios. Y puesto que Dios es el Espíritu incorpóreo, el hombre de Su creación debe ser espiritual e inmortal. Esta es nuestra verdadera naturaleza, nuestro verdadero ser.
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