La Ciencia Cristiana ha estado conmigo toda mi vida, y sus enseñanzas me han ayudado de muchas maneras. Un día, cuando tenía ocho o nueve años, estaba jugando en la casa de una amiga que vivía cerca. Ella tenía en su jardín un tobogán y en una ocasión me deslicé por el tobogán y aterricé sobre un brazo torciéndolo en un ángulo no natural. Me dolía mucho y comenzó a hincharse. Mi amiga me acompañó a mi casa para ver a mi mamá. Estuvimos leyendo el poema de la Sra. Eddy que lleva el título: “Satisfecho”. Su primera estrofa dice:
Tu suerte no importará
Si guía Amor,
Que es tuya, en calma o tempestad,
La paz de Dios.
Mi mamá llamó a una enfermera de la Ciencia Cristiana para que me atendiera. Al día siguiente, fuimos a visitar a mi abuela, que también era Científica Cristiana. Recuerdo que mientras le estaba contando lo que me había sucedido, el vendaje se deslizó dejando el brazo al descubierto. En el lugar donde el brazo había estado hinchado, toda la hinchazón había desaparecido, y poco tiempo después también desapareció el hematoma. He sido una niña muy activa y no recuerdo haber tenido posteriormente molestia alguna en ese brazo.
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