Hace Cerca De siete años me enteré acerca de la Ciencia Cristiana leyendo Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. Aun cuando sólo tenía dieciocho años de edad, percibí que había hallado la verdad. “Devoré” el libro, leyéndolo de principio a fin en sólo dos días, subrayando los pasajes que más me llegaron al corazón. Tan grande fue el impacto que me produjeron, que aún recuerdo esos pasajes hoy en día. Uno de ellos fue: “El hombre es espiritual y perfecto; y porque es espiritual y perfecto, tiene que ser comprendido así en la Ciencia Cristiana. El hombre es idea, la imagen, del Amor; no es físico”. Esto es de la descripción espiritual del hombre que hace la Sra. Eddy.
No encontré ningún error en este libro, sino que más bien vi una lógica fundamental y rigurosamente exacta, tal como la que vemos en las matemáticas, y vi que había hallado algo que me satisfacía por completo.
Desde niño había anhelado respuestas a preguntas que con frecuencia me hacía a mí mismo, tales como:
“¿Quién soy?”
“¿Por qué existo?”
“¿Cuál es el propósito de mi vida?”
“¿Cuál es mi origen verdadero y el del universo que me rodea?”
Hasta ese momento, sólo conocía a una deidad que estaba muy distante de nuestra vida diaria, y que nos veía desde “allá arriba”, castigándonos si no nos comportábamos bien. Estos eran los conceptos que recordaba de la enseñanza religiosa que había recibido de niño.
La Ciencia Cristiana vino a nuestro hogar a través de mi madre, que había estado enferma durante mucho tiempo. Al enterarse de sus problemas, una amiga de ella le habló acerca de la Ciencia Cristiana y le dio un ejemplar de la edición en portugués de El Heraldo de la Ciencia Cristiana. De allí en adelante no tuvo más problemas con su salud, y ahora es una persona mucho más feliz.
Creo que mi apego a la Ciencia Cristiana surgió del deseo de conocer la verdad del ser y del universo, y no de la necesidad de una curación física.
No obstante, después de leer Ciencia y Salud, sané instantáneamente de un tipo de alergia que los médicos no habían podido diagnosticar. Cada vez que me daba un baño con agua fría, ya fuera en casa o en la playa, aparecían en mi cuerpo manchas blancas y sentía que me desmayaba, a tal punto que tenía que recostarme y esperar a recobrar mis sentidos.
Tuve otras dos curaciones como resultado de percibir que toda enfermedad es fundamentalmente mental. La curación de un fuerte dolor de muelas y de callosidades en las manos ocurrió después que cambié mi atención del cuerpo al pensamiento; cambié los conceptos erróneos que estaba yo abrigando, por pensamientos más puros y espirituales. También percibí que esas curaciones se habían efectuado como resultado de la regeneración mental.
También recuerdo que, antes de conocer la Ciencia Cristiana, casi todos los inviernos sufría de graves resfríos, y ahora ni siquiera recuerdo la última vez que tuve uno.
Han desaparecido muchos rasgos de carácter negativos, y veo que ahora soy un hombre mejor, más feliz y armonioso.
Mediante el estudio de la Ciencia Cristiana, también he sentido la presencia de Dios en muchos otros aspectos de mi vida. Con la ayuda de un practicista de la Ciencia Cristiana, he adquirido más confianza de que tengo la capacidad de ser inteligente y perspicaz, cualidades que vienen de Dios. Con menos esfuerzo que antes, pude mejorar mis calificaciones cuando ingresé a una universidad.
La ventaja más grande de la curación mediante la Ciencia Cristiana es que nos muestra algo de nuestro ser verdadero, que somos el hijo muy amado de Dios, completo y perfecto en toda acción.
Estoy inmensamente agradecido a Dios por haberme puesto en este sendero. También estoy muy agradecido a la Sra. Eddy por habernos dado la Ciencia Cristiana, y por la devota ayuda de los Científicos Cristianos, mi madre y mi hermano inclusive, quienes siempre me alientan a lo largo del camino.
Porto, Portugal
