Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Una individualidad ilimitada

Del número de julio de 1993 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

The Christian Science Monitor


Una Noche, Alrededor de las dos de la madrugada, una sensación de depresión y sofocamiento me despertó cuando dormía profundamente. Me sentía agobiado por una pesadilla en la cual nuestro planeta crujía bajo el peso de tantos cuerpos humanos; cada uno de los cuales trataba de sobrevivir en una masa de tierra cada vez más pequeña.

Fue una experiencia tan vívida que me volví a Dios en oración, simplemente para recobrar mi aplomo. ¿Qué haría el mundo con toda esa gente? El pensamiento que más me ayudó fue una combinación de dos aspectos específicos que destaca la Biblia. El primero es una promesa que Dios hace a Abraham. Leemos en el Génesis que Dios declara: “De cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo”. Gén. 22:17. Y los Salmos dicen de Dios: “El cuenta el número de las estrellas; a todas ellas llama por sus nombres”. Salmo 147:4.

Dios mantuvo Su promesa a Abraham. Y el versículo en Salmos no dice que Dios sólo conoce a algunas estrellas por su nombre. El conoce a todas ellas. Este es un punto de vista muy diferente del que presenta a una muchedumbre de seres materiales, sin rostro ni voz, cuya única herencia es la mortalidad. ¿Cuál es la diferencia?

En una palabra, la espiritualidad. O sea, Dios no nos conoce desde el punto de vista de la limitación. No nos conoce como entidades materiales que están en un mundo finito y en deterioro. El sabe que somos Sus ideas espirituales, que moramos en la Mente infinita y todo amorosa. En este ambiente cada uno tiene una función específica que cumplir. Y puesto que la creación de Dios es totalmente espiritual, El nunca tiene “demasiada” gente que cuidar.

La Sra. Eddy escribe mucho acerca de la naturaleza espiritual del hombre en su libro Ciencia y Salud. Ella declara: “El hombre es idea, la imagen, del Amor; no es físico”.Ciencia y Salud, pág. 475.

Esta naturaleza espiritual es lo que Jesús veía en lo que parecían masas anónimas para sus discípulos. En más de una ocasión él tuvo encuentros específicos con personas que, a pesar de que la muchedumbre las rodeaba, sinceramente buscaban una respuesta espiritual. Y Jesús podía percibir dicha búsqueda espiritual y responder con la curación.

Hoy día, cuando consideramos los desafíos que enfrenta la gente que vive en condiciones de superpoblación en tierras que no pueden responder a sus necesidades adecuadamente, podemos recurrir al mismo método que Jesús utilizó con tanta eficacia. Por medio de la oración podemos recurrir a Dios, el Amor divino, en busca de soluciones que alivien el sufrimiento. Estas oraciones pueden comenzar con nuestra comprensión de que, en realidad, el hombre es espiritual y Dios lo conoce. En el universo de Dios no existen masas anónimas. Dios conoce a cada uno de nosotros, no como mortales, sino como ideas espirituales.

Desde este punto de vista, nuestras oraciones pueden afirmar que nuestra genuina identidad espiritual no está contaminada por el materialismo y todas sus limitaciones. Esto no significa que, de manera insensata, podemos superpoblar el planeta sin tener en consideración la posible destrucción del ambiente. Lo que significa es que podemos renovar tanto nuestro mundo como a nosotros mismos en la medida que nos acercamos a Dios.

Al comienzo, puede parecer difícil hacer esto. Pero si persistimos en nuestras oraciones, encontraremos que comienzan a ocurrir cosas muy interesantes. El reconocimiento de que la creación es espiritual e ilimitada, verdaderamente cambia el modo en que tratamos con nuestro mundo. Estaremos más capacitados, por ejemplo, para asegurar el equilibrio entre la población y los recursos. Y a medida que nuestro amor trascienda las fronteras inmediatas de nuestros hogares, descubriremos nuevas maneras de ayudar a los demás. Cuando esto ocurra, la gente ya no parecerá ser masas anónimas, sino personas específicas, cuyos nombres no solo los conocemos nosotros sino también Dios.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / julio de 1993

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.