Una Estudiante De la Ciencia Cristiana en Australia escribió diciendo que cada semana viaja hasta la cima de una montaña que está situada entre dos pueblos para encontrarse con una amiga y así poder leer la Lección-Sermón juntas. Sentadas afuera o en uno de sus coches, comparten la inspiración y la comprensión que el estudio y la práctica les han brindado durante la semana. Uno podría llamarla la “iglesia en el coche en la montaña”. Hay algo tierno en este vínculo espiritual que las atrae cada semana.
Hay muchos grupos de dos o tres personas alrededor del mundo, atraídos por el amor hacia la misma cosa: la Ciencia Cristiana. Tales grupos son bastante diferentes a las iglesias filiales de la Iglesia de Cristo, Científico, pero su falta de organización y su simplicidad ponen de relieve la expresión natural del amor a Dios y al hombre que se desarrolla entre aquellos que están buscando con afán comprender la curación en la Ciencia Cristiana. El Espíritu reúne a los corderos y a las ovejas, a aquellos que han llegado a reconocer la voz del Pastor. Estas personas han descubierto la evidencia del cuidado divino, la supremacía de la voluntad de Dios, la realidad viviente de la salud, de la santidad, de la bondad, de la pureza y del amor. La oración, “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”, Mateo 6:10. pasa de ser una simple petición a una afirmación: Siempre se hará tu voluntad en la tierra como en el cielo. En este punto del despertar espiritual, la consciencia humana se siente impulsada hacia la continua instrucción de Cristo Jesús de que vayamos por todo el mundo a predicar el evangelio y sanar al enfermo. Como Mary Baker Eddy, la Descubridora y primera practicista de la Ciencia Cristiana, escribió: “Sanar al enfermo y al pecador con la Verdad, demuestra lo que afirmamos sobre la Ciencia Cristiana, y nada puede substituir esta demostración”.Manual de La Iglesia Madre, Art. XXX, Sec. 7.
Esto nos da una vislumbre del carácter esencial de una iglesia filial. A medida que el amor que siente uno por la Ciencia Cristiana se profundiza y amplía a través del reconocimiento de que la Ciencia Cristiana tiene un origen divino, uno siente un impulso espiritual que eleva a ese amor al nivel del discipulado. Se forma un nexo natural con aquellos que comparten la convicción de que las obras de la Ciencia Cristiana cumplen la promesa de Jesús de que el Padre nos mandaría otro Consolador. La Ciencia Cristiana es la verdad de Dios que satisface cada una de las necesidades de la humanidad. La iglesia es una luz dentro de la comunidad, la verdadera actividad del Cristo, la Verdad, que sana al enfermo, alimenta espiritualmente al hambriento y redime al pecador. Los miembros de una iglesia filial eficaz está compuesta por aquellos que están comprometidos con un discipulado activo. Sus vidas están llenas de esa alegría especial que tienen aquellos que practican la curación cristiana.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!