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Las iglesias filiales se concentran en la curación

Del número de enero de 1994 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Una Estudiante De la Ciencia Cristiana en Australia escribió diciendo que cada semana viaja hasta la cima de una montaña que está situada entre dos pueblos para encontrarse con una amiga y así poder leer la Lección-Sermón juntas. Sentadas afuera o en uno de sus coches, comparten la inspiración y la comprensión que el estudio y la práctica les han brindado durante la semana. Uno podría llamarla la “iglesia en el coche en la montaña”. Hay algo tierno en este vínculo espiritual que las atrae cada semana.

Hay muchos grupos de dos o tres personas alrededor del mundo, atraídos por el amor hacia la misma cosa: la Ciencia Cristiana. Tales grupos son bastante diferentes a las iglesias filiales de la Iglesia de Cristo, Científico, pero su falta de organización y su simplicidad ponen de relieve la expresión natural del amor a Dios y al hombre que se desarrolla entre aquellos que están buscando con afán comprender la curación en la Ciencia Cristiana. El Espíritu reúne a los corderos y a las ovejas, a aquellos que han llegado a reconocer la voz del Pastor. Estas personas han descubierto la evidencia del cuidado divino, la supremacía de la voluntad de Dios, la realidad viviente de la salud, de la santidad, de la bondad, de la pureza y del amor. La oración, “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”, Mateo 6:10. pasa de ser una simple petición a una afirmación: Siempre se hará tu voluntad en la tierra como en el cielo. En este punto del despertar espiritual, la consciencia humana se siente impulsada hacia la continua instrucción de Cristo Jesús de que vayamos por todo el mundo a predicar el evangelio y sanar al enfermo. Como Mary Baker Eddy, la Descubridora y primera practicista de la Ciencia Cristiana, escribió: “Sanar al enfermo y al pecador con la Verdad, demuestra lo que afirmamos sobre la Ciencia Cristiana, y nada puede substituir esta demostración”.Manual de La Iglesia Madre, Art. XXX, Sec. 7.

Esto nos da una vislumbre del carácter esencial de una iglesia filial. A medida que el amor que siente uno por la Ciencia Cristiana se profundiza y amplía a través del reconocimiento de que la Ciencia Cristiana tiene un origen divino, uno siente un impulso espiritual que eleva a ese amor al nivel del discipulado. Se forma un nexo natural con aquellos que comparten la convicción de que las obras de la Ciencia Cristiana cumplen la promesa de Jesús de que el Padre nos mandaría otro Consolador. La Ciencia Cristiana es la verdad de Dios que satisface cada una de las necesidades de la humanidad. La iglesia es una luz dentro de la comunidad, la verdadera actividad del Cristo, la Verdad, que sana al enfermo, alimenta espiritualmente al hambriento y redime al pecador. Los miembros de una iglesia filial eficaz está compuesta por aquellos que están comprometidos con un discipulado activo. Sus vidas están llenas de esa alegría especial que tienen aquellos que practican la curación cristiana.

Para la mayoría de las personas, ser realmente un discípulo no es algo que se adquiere de un día para otro, a pesar de que hay veces que es así. Los libros de texto de la Ciencia Cristiana (la Biblia y Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy), las Lecciones Bíblicas semanales, la instrucción en clase de Ciencia Cristiana seguida por la reunión de la asociación cada año, todo esto nutre nuestro crecimiento espiritual. Ganamos experiencia con la práctica de la Ciencia Cristiana. Pone de manifiesto la falsa acción del magnetismo animal, y adquirimos el entendimiento espiritual que lo destruye. A medida que todo esto se desarrolla, estamos poniendo los cimientos en nuestra vida que nos preparan para formar parte de una iglesia filial que verdaderamente ayuda a su comunidad.

William B. Johnson, que se desempeñó como Secretario de La Iglesia Madre y como miembro de La Junta Directiva de la Ciencia Cristiana por muchos años, escribió lo siguiente a una señora en Morriston, New Jersey, el 16 de diciembre de 1903:

Hace bien en reunir a la pequeña congregación y estudiar la lección, como usted me dice, y quizás lo mejor que podría hacer en este momento es continuar haciéndolo de la misma manera silenciosa, invitando a que vayan aquellos que están deseosos de aprender sobre la Ciencia Cristiana. No creo que esté lo suficientemente lista para celebrar servicios públicos.

Lo que más se necesita es que demostremos al mundo mediante nuestra vida y nuestra salud lo que la bendición de la Verdad ha hecho por nosotros. Practique la verdad que conoce, sane al enfermo, reforme al pecador, y Dios la guiará cuando sea el momento para dar un paso hacia adelante.

Con mis mejores deseos por su verdadero éxito, la saluda,

Toda la correspondencia del Sr. Johnson en aquel entonces, muestra el hecho inequívoco de que la existencia de una iglesia filial pone de manifiesto que la curación cristiana está al alcance de la mano. Cuando alguien en ese pueblo o ciudad concurre a un servicio religioso, podría preguntarse como Juan el Bautista: “¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro?” Es decir, ¿es ésta la verdad que he estado buscando? El servicio dominical y la reunión de testimonios del miércoles deberían fácilmente proporcionar el tipo de respuesta que Jesús ofreció cuando dijo: “Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí”. Mateo 11:3–6.

Para continuar este trabajo con éxito, los miembros de la iglesia filial no pueden ser ingenuos en lo que respecta al antagonismo que tiene la mente carnal contra la reaparición de la curación cristiana. Falta de fe, desprecio, indiferencia, odio, aun el temor a la competencia, son algunos de los elementos del magnetismo animal que las iglesias filiales pueden enfrentar en su comunidad. O el magnetismo animal podría venir a nosotros con la apariencia de vergüenza o renuencia a responder a las necesidades de nuestro prójimo o de inseguridad de que no tenemos la habilidad para sanar. Puede tomar la forma de sentirse satisfecho con el estado de las cosas en ese momento: la satisfacción con una vida confortable, el leer con regularidad la Lección-Sermón y asistir a los servicios religiosos, pero sin ejercer su práctica. A veces el magnetismo animal sugiere que todas las cosas que se hacen por la iglesia se han transformado en una carga, un trabajo rutinario.

Esto nos ayuda a apreciar lo que el Sr. Johnson escribió en una carta dirigida a un grupo de Porterville, California, E.U.A. en 1904:

He recibido su carta del 4. No tengo solicitudes para organizar Iglesias o Sociedades de la Ciencia Cristiana, pero si en Porterville hay Científicos Cristianos que son practicistas y sanan al enfermo y reforman al pecador, y que tienen la capacidad de dirigir un servicio religioso de acuerdo con los requisitos de los Estatutos de La Iglesia Madre, y que entienden lo suficiente como para protegerse de la malicia que obstaculiza su progreso, el método más simple para organizar una iglesia sería elegir sólo los dignatarios necesarios y adoptar sólo las reglas o los estatutos necesarios para permitirle a la Sociedad conducir sus asuntos de una manera ordenada. De tiempo en tiempo pueden nombrar a otros funcionarios y comités cuando surja la necesidad.

Cordialmente,

El entendimiento de la Ciencia Cristiana nos permite vivir con la certeza de que con Dios podemos vencer los reclamos de la enfermedad y del pecado. El odio y el desprecio simplemente nos exigen ser constantes en el amor. El Amor divino es supremo; no hay discusión. Nuestra creciente confianza en Dios disuelve la timidez. El reconocimiento que la Ciencia nos brinda de la totalidad y unicidad de Dios, nos equipa para destruir a través del poder divino toda sugestión del magnetismo animal. Dios es la única causa y es todopoderoso. El magnetismo animal tiene lo que queda: nada. No tiene poder para limitar la curación.

¿Tenemos dudas cuando alguien nos pide ayuda? En realidad el público no está viniendo a nosotros personalmente para sanarse; está buscando el poder sanador de la Ciencia del Cristo, el cual es suficiente para responder a cada llamada. La iglesia filial proclama que esta ayuda está a mano. Apoyándose firme en Dios, un miembro de una iglesia filial puede cumplir esta promesa. Permaneciendo confiado en el poder siempre presente que tiene Dios para sanar, comprendiendo la identidad eterna del hombre con Dios, el practicista de la Ciencia Cristiana ayuda a aquellos que necesitan ayuda para que sientan el cuidado eficaz de Dios. La duda, el temor, la incertidumbre, no pueden influir a aquellos que se afirman en la Mente y sus ideas, la Mente que estaba en Cristo Jesús. La Mente divina es el sanador, y es un gozo dar testimonio del poder de la Mente. Aquellos que practican la Ciencia Cristiana encuentran su vida imbuida de un amor que no se puede describir. Y cuando este amor es parte del servicio religioso de una iglesia, los que asisten pueden percibirlo.

Si nos falta este sentido de amor, que brota a través de la práctica regular de la curación cristiana, las iglesias tienden a decaer. Bajo estas circunstancias, el desaliento o la culpabilidad trataría de echar raíces en el pensamiento. Contra esto debemos tomar precauciones. La mentira que presenta el magnetismo animal es que nadie en la ciudad necesita la Ciencia divina, que ni una sola persona está hambrienta espiritualmente, anhelando aliviarse del dolor o la angustia, en busca de algo más significativo que el materialismo o el ritualismo. Se atrevería a sugerir que nuestro pastor no tiene público. ¿Se puede creer esto? Ni por un instante. ¿No deberíamos estar en contra de esta mentira?

Cuando se hace esto, el Amor pone de manifiesto a aquellos que tienen el anhelo de liberarse, de obtener respuestas a sus preguntas, de sanar. Entonces, aun si no sentimos que entendemos lo suficiente para orar por otros, podemos ofrecer Ciencia y Salud a cualquiera que pregunte con honestidad, con la confianza de que el libro tendrá la habilidad de satisfacer las necesidades de nuestro prójimo. Podemos esforzarnos por aumentar más cada día nuestro aprecio por este libro, del cual la Sra. Eddy dice: “...es la voz de la Verdad para esta época y contiene la exposición completa de la Ciencia Cristiana, o sea la Ciencia de la curación por la Mente”.Ciencia y Salud, pág. 456. Cuando se hace esto, y la curación cristiana se transforma en la parte primordial del trabajo de la iglesia filial, la iglesia revive. El Sr. Johnson destacó este punto en 1905 a una iglesia en Indiana que estaba en dificultades:

Me he enterado por su carta que cinco de seis miembros de La Iglesia Madre han recibido instrucción en clase. ¿Acaso estas queridas hermanas, no se podrían dedicar de todo corazón al trabajo para el cual las preparó su instrucción en clase? Si es así, creemos que todas sus necesidades serán satisfechas, puesto que cada uno que es sanado, y cada uno que es rescatado de sus pecados será un testigo viviente de la verdad, y el público estará satisfecho de que nuestra iglesia represente el poder sanador del Amor divino e irán a sus servicios religiosos por el bien que sin duda recibirán.

Leer la lección, sentarse en el coche con un amigo en las montañas, o sentarse en la iglesia a escuchar los testimonios de curaciones y de regeneración espiritual, tienden a hacer que “nuestro corazón arda en nosotros”. Lucas 24:32. Cada actividad desarrolla más nuestro amor, alienta nuestro discipulado. A medida que esto echa raíces y crece, rebosamos de amor a Dios y a nuestros semejantes. Este amor se evidencia en la práctica de la curación. Se expresa en la curación. Se ve en la curación. Y sanar no es un trabajo; es vivir el Amor, el reflejo natural del amor de Dios que nos rodea a nosotros y a todo el mundo.

Vosotros sois la luz del mundo...
Así alumbre vuestra luz delante de los hombres,
para que vean vuestras buenas obras,
y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

Mateo 5:14, 16

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