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Nuestro equipaje

Del número de enero de 1994 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


— Hagamos una lista con todo lo que vamos a llevar, — dijo la mamá, sentándose al lado de las literas que comparten Tim y su hermana Rebeca. Los niños estaban despiertos pero aún no se habían levantado.

— Ya la hicimos —, respondió Rebeca, mirando desde la litera de arriba. Toda la familia había estado ocupada preparando su viaje para visitar a los abuelos de Tim y Rebeca que vivían en el estado de Wisconsin, E.U.A., a muchos kilómetros de distancia. Hacía mucho tiempo que deseaban hacer ese viaje.

— La que yo digo es una lista diferente —, contestó la mamá con una sonrisa. No es una lista de cosas, sino de cualidades espirituales. Son maneras de expresar a Dios.

Tim y Rebeca asisten a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana y por eso sabían lo que la mamá les quería decir. Ellos habían estado aprendiendo que Dios, el bien, es el único creador y que El ha creado al hombre a Su imagen y semejanza espiritual, para que refleje y exprese Su bondad.

La mamá dijo: — Yo escribí en una hoja de papel el siguiente título: “Cualidades que estamos empacando”. De esta manera durante el tiempo que estemos de vacaciones, podremos recordar las cualidades que Dios nos ha dado.

— El amor es una de esas cualidades —, dijo Tim, desde el fondo de la litera, tratando de balancear una almohada sobre sus pies.

— Muy bien. ¿Por qué no la anotas en la lista? Tim lo hizo.

— Yo también encontré una: “bondad”—, contribuyó Rebeca, haciéndose eco de la idea. Las voy a escribir en la lista a medida que las pensemos. Pronto Rebeca agregó otras más. La lista decía:

Cualidades que estamos empacando:
amor
bondad
paciencia
mi segundo nombre: alegría
felicidad, protección
misericordia, paz.

Rebeca leyó la lista en voz alta y muy contenta la guardó en su maleta. Eso ocurrió el miércoles por la mañana.

A la noche siguiente todos se fueron a la cama temprano preparándose ya para el vuelo que iban a hacer a la mañana siguiente. Pero Tim no podía dormir. Se levantó llorando.

— Tengo miedo de viajar en avión —, dijo llorando. ¿Y si le pasa algo al avión? Yo no voy a subir.

La mamá lo abrazó y le dijo: — Tim, Dios estará con nosotros y estando en Su amor, estamos siempre a salvo. El amor encabeza nuestra lista, ¿recuerdas? En realidad, puesto que Dios es Amor, el Amor divino está en todas partes y está siempre presente. No podemos apartarnos de la presencia ni de la protección de Dios.

—¿Piensas jugar en el avión con tu camión volcador amarillo?— preguntó la mamá.

—¡No! No quiero llevar ese camión viejo, de modo que no lo voy a poner en la maleta.

— Bueno, tampoco debemos llevar con nosotros ningún temor, porque Dios no creó el temor. Dios te creó tan perfecto así como El es perfecto, por lo tanto no tienes que traer contigo ningún temor. Sólo debes tener los pensamientos buenos que provienen de El, pensamientos de paz y alegría.

Tim escuchaba y pensaba que lo que decía su mamá era lo verdadero y correcto. Dios nunca pudo crear el temor o algo que pudiera asustarnos. Entonces se fue a dormir muy tranquilo.

Al día siguiente tuvieron un vuelo maravilloso. Tim fue el que más lo disfrutó. Le encantó el paisaje y le hizo miles de preguntas a su papá sobre cómo funcionaba el avión. No veía el momento de contarle a todo el mundo cómo había sido el viaje.

Durante su estadía la familia recordó varias veces las cualidades espirituales que les pertenecían como hijos de Dios. La seguridad de que sólo les pertenecía lo que Dios había incluido en ellos los hacía sentir felices y tranquilos.

Se pueden agregar otras cualidades a la lista que hicieron Tim y Rebeca. Tal vez se te ocurran algunas. La Biblia incluye una lista de cualidades en una carta que escribió Pablo, uno de los seguidores de Cristo Jesús. Pablo las llama “el fruto del Espíritu”. Y Pablo escribió lo siguiente: “El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza”. Y agregó una cosa más. Dijo: “Contra tales cosas no hay ley”. Gal. 5:22, 23. Eso significa que nadie puede quitarnos esas cualidades. Lo que Dios da es para siempre, y El sólo nos da el bien.

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