Brindemos al mundo un regalo sin igual,
El perdón a nosotros mismos
Y el reconocimiento de nuestro ser verdadero.
No es preciso condenarnos por siempre.
Seamos bondadosos con nosotros mismos.
Y a través de este perdón,
El hombre de Dios, a Su imagen creado,
Se manifiesta con mayor claridad.
¿Acaso es posible, en verdad,
“Amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos”
Si a nosotros mismos no nos perdonamos, primero?
Al perdonarme, llevo el perdón a mi comunidad.
No puedo retenerlo
Solo para mí.
Perdonándome, perdono a toda la humanidad,
Y el mundo entero siente mayor paz.
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