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Actúa con decisión: “¡Cambia la evidencia!”

Del número de octubre de 1994 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Muchas Veces Durante el día tenemos que hacer elecciones importantes, y por medio de la oración y el razonamiento correcto, logramos tomar buenas decisiones. En cierto sentido, siempre nos vemos obligados a decidir entre dos puntos de vista acerca de la realidad. Un punto de vista acepta la teoría de que Dios ha creado tanto el bien como el mal y que no tenemos otra alternativa que esperar alguna salvación futura. El otro punto de vista revela lo que nuestro Maestro, Cristo Jesús, nos estaba mostrando: que Dios, el bien, es el único creador verdadero, que se está manifestando aquí y ahora, y que el mal no tiene causa real.

Los relatos del ministerio sanador de Jesús en los Evangelios explican con claridad que el bien no es una “opción” que se echa a la suerte en el reino de la casualidad, sino que está establecido permanentemente por el Espíritu divino como la verdadera sustancia del ser. Cuando Jesús se enfrentaba a situaciones difíciles, nunca estaba indeciso. Demostraba con certeza la relación inseparable del hombre con su Padre celestial al satisfacer las necesidades de aquellos que acudían a él para sanarse. Sus obras mostraron que lo que para el sentido humano parecía ser una condición física que necesitaba ser sanada, tenía una base mental; representaba un concepto erróneo de Dios y el hombre.

Jesús corregía las creencias falsas sobre Dios y Su creación por medio del poder transformador del Cristo, la verdadera idea de Dios, el Principio divino del hombre que disipa el temor, la tristeza, el pesar, el odio, la superstición y los males físicos que esas creencias producen. La Sra. Eddy escribe sobre Jesús: “El exigió un cambio de consciencia y evidencia, y efectuó este cambio mediante las leyes superiores de Dios”.La unidad del bien, pág. 11. El comprender que estas leyes divinas gobiernan siempre al hombre en armonía, abrió el camino para que el toque sanador del Cristo revelara que la sanidad y la perfección espiritual son el estado natural del hombre. Jesús demostró para todas las personas y para todos los tiempos que la Vida es Espíritu y que la materia no es realmente sustancial. Su profundo amor por Dios y por el hombre lo impulsaron a liberar a sus semejantes de todo lo que no estuviera de acuerdo con la existencia espiritual y perfecta. La enfermedad y el sufrimiento fueron eliminados con la autoridad del Cristo, permitiendo a la gente experimentar la libertad espiritual a la que tenían derecho.

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