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Cómo encontrar nuestro verdadero novio o novia

Del número de octubre de 1994 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Me Casare Alguna vez? ¿Dónde estará mi futura esposa (o esposo)? ¿Cómo se producirá el encuentro? ¿Cómo podré cuidar esa relación? Esa clase de preguntas llenan los pensamientos de muchos de nosotros. Sentirse amado es un sentimiento maravilloso, pero el temor a que nos rompan el corazón puede inducirnos a eludir el compromiso.

Yo tenía mis ilusiones sobre el matrimonio y muchas veces, informalmente, pensaba en eso, pero los años iban pasando y en verdad me preguntaba si alguna vez me casaría. Pero lo que era más importante, era que yo deseaba estar seguro de que podría sentirme feliz y satisfecho, sea casado o soltero. Esa es una pregunta básica con la que nos enfrentamos todos: cómo ser feliz, cualquiera sea nuestro estado civil: soltero, casado, divorciado o viudo.

Mi búsqueda de una respuesta a esta pregunta me llevó al libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. Con anterioridad, había descubierto que las respuestas a muchas de mis preguntas sobre mí mismo, mi salud, mis relaciones, los problemas en la escuela y en el trabajo, consistían en aprender más acerca de Dios y de mi verdadera identidad como Su hijo. Junto con la Biblia, Ciencia y Salud fue un libro que me ayudó mucho a resolver problemas, de modo que acudí a él una vez más.

Ciencia y Salud tiene un capítulo que se titula “El matrimonio”. Su epígrafe incluye estas palabras de Cristo Jesús que figuran en la Biblia: “Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”. Mateo 19:6. Para mí, estas palabras simbolizan el hecho de que Dios reúne a cada uno de nosotros con Sus cualidades, como ser, amor, sabiduría, entendimiento, pureza y fortaleza. Recordé que en lo que se ha llamado las Bienaventuranzas, Jesús indicó con claridad las cualidades de pensamiento que Dios nos ha otorgado, a fin de que las pongamos en práctica. Entre ellas se encuentran: humildad, mansedumbre, honestidad, pureza de corazón y conciliación.

Vivir estas cualidades en nuestra experiencia es descubrir la verdadera identidad del hombre como expresión espiritual de Dios. Nuestro propósito es entender quienes somos como hijos de Dios y vivir estas cualidades como Su expresión.

Ciencia y Salud nos ayuda a descubrir cuales son estas cualidades. Nos brinda la siguiente interpretación espiritual de la palabra novia: “Pureza e inocencia, que concibe al hombre en la idea de Dios; un sentido del Alma, que posee felicidad espiritual y goza pero no puede sufrir”. Para la palabra novio, Ciencia y Salud ofrece este significado: “Comprensión espiritual; la consciencia pura de que Dios, el Principio divino, crea al hombre como Su propia idea espiritual y que Dios es el único poder creador”.Ciencia y Salud, pág. 582. Al entender la identidad del hombre, llegamos a una conclusión radical: El verdadero ser del hombre es completo. Podemos llegar a la conclusión de que en el hombre están incluidas todas las cualidades espirituales que representan a la novia y al novio.

La pureza es la novia que nos une en lazos de matrimonio a un sentido superior de alegría y paz y que en realidad ya está incluida en nuestra identidad espiritual. La comprensión espiritual que nos permite conocer a Dios y aprender quienes somos por ser Su creación, es el novio. Esta comprensión también es inherente al hombre. El estudio más profundo de estas cualidades y el ponerlas en práctica traen respuestas a nuestros anhelos al satisfacer nuestro corazón con la cálida convicción de que nuestra plenitud y nuestra felicidad han sido ya establecidas por Dios. Podemos contar con ellas en este preciso momento.

Partiendo de la verdad de que la pureza es otorgada por Dios, descubrimos que la verdadera individualidad del hombre es siempre pura e inocente. A pesar de las equivocaciones pasadas y de las incertidumbres presentes, cuando cedemos a este hecho y reconocemos la gracia y el control de Dios, sentimos que Su tierno poder borra la soledad y el temor que tienden a palidecer nuestros puntos de vista y acciones. Despertamos a un nuevo conocimiento acerca de quienes somos: el hijo de Dios, el heredero de la alegría, la paz, la gracia y el pensamiento puro y fuerte. Cuando expresamos este entendimiento, ya no estamos más satisfechos con la clase de pensamiento que declara no poder vivir sin compañía, que desea a otro en forma pecaminosa, que se hace eco de habladurías, que se erige en juez o utiliza sarcasmos maliciosos. Estas formas de consciencia, no son fuertes ni divinas, sino débiles. No tienen fundamento; carecen de verdad. Al encararlas con honestidad, con la convicción de que la pureza de pensamiento ya es un componente del hombre, estas impostoras se desvanecen y desaparecen.

¿Qué sucede si la lucha por dejar de lado estas características parece ardua y parecen estar mucho más arraigadas que la pureza que reclamamos como inherente a nuestro ser? Entonces, más que nunca nuestras oraciones pueden abarcar la realidad de que Dios es la Mente divina, la única fuente del pensamiento verdadero. La tendencia de la voluntad humana de aferrarse a, o de ser atrapados por, el temor, la lujuria y el odio, debe ceder a la voluntad divina. La Biblia nos enseña: “No nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor, y de dominio propio”. 2 Tim. 1:7. Esta verdad es lo suficientemente fuerte para consolar el corazón y guiarnos hacia senderos de alegría.

La comprensión espiritual, representada por el novio, nos capacita para conocer a Dios, no sólo como nuestro Padre o creador, sino en un sentido completo como Amor, Alma, Principio, Mente, Verdad y Vida. El hombre es inseparable de todo lo que implican estos términos que se refieren a Dios, y Dios lo rodea totalmente. Dios, el Amor, mantiene al hombre rodeado de ternura y bondad. La gracia, el gozo, la paz y la armonía de Dios, el Alma, acompañan al hombre. El hecho de que el hombre es inseparable de Dios, la Vida, se pone de manifiesto en el reflejo natural de la salud, la fortaleza y el propósito.

Ese razonamiento espiritual desarrolla de continuo en nosotros la relación del hombre con Dios, revelando así que somos mucho más de lo que pensamos. Podemos encontrar oportunidades para manifestar cada vez más, este sentido verdadero, con cada una de las personas con las que estamos en contacto. Esta vida basada en lo espiritual confirma que el hombre está desposado con, e incluye en su naturaleza, el sentido verdadero de novia y de novio.

Mi experiencia ilustra todo lo expresado. Como ya dije antes, me estaba preguntando si alguna vez me casaría y estaba buscando un sentido más elevado de la felicidad. Para ser honesto, muy honesto, yo luchaba con estas ideas. Había mucho temor, soledad, y una lucha contra los deseos físicos, con conceptos erróneos acerca de mí mismo que necesitaban a la novia de la pureza. Mi oración siempre era: “Padre, enséñame cómo debo pensar” y me esforzaba por vencer todo pensamiento desemejante a Dios con respecto a los demás y a mí mismo. Luché por expresar con fidelidad las cualidades de novio descritas anteriormente.

Pude sentir la ayuda de Dios a cada paso del camino. Se transformó en una aventura, y a través de la oración y el esfuerzo, se produjo un cambio en mí. Comencé a juzgar menos, a estar menos confundido y a tener más paz. Encontré de veras mi alegría en Dios, y supe que podía ser feliz sea cual fuere mi estado civil.

Pocos meses después de haber encontrado este equilibrado sentido de paz, volví a releer mis apuntes y los pasajes de la Biblia que me habían ayudado. Me vino al pensamiento, con mucha insistencia, la idea de invitar a comer a una joven viuda que yo conocía, y a su hija. Supe después que ella también había estado orando, abrigando la idea del cuidado de Dios como esposo y padre de cada uno de Sus hijos. Aquella noche nos dimos cuenta de que Dios nos había reunido. Nos casamos ocho meses después. Fue una ceremonia de gratitud por las cualidades de novia y de novio divinamente establecidas en todos nosotros.

Su propia boda con estas cualidades está a su alcance. Cuando perciba la totalidad del hombre, su verdadera individualidad como hijo de Dios, usted encontrará un mayor sentido de pureza y entendimiento espiritual: su novia y su novio.

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