El año siguiente, Jerónimo y sus seguidores se dedicaron a recorrer los lugares arqueológicos donde se desarrollaron los sucesos registrados en la Biblia, en particular Palestina y Egipto. En Alejandría, Jerónimo estudió con Dídimo, un erudito de la Biblia. Su intención al hacerlo fue alcanzar una perspectiva más clara del pensamiento hebreo y aprender lo más posible acerca de los tres métodos fundamentales para interpretar la Biblia: aquellos que utilizaron los eruditos de Alejandría, los de Antioquía y los de la tradición rabínica hebrea.
Finalmente, Jerónimo, junto con Paula y su grupo religioso de seguidoras, se establecieron en Belén, el lugar de nacimiento de Jesús. Pronto ellos edificaron, con ayuda económica de Paula, un monasterio doble, tanto para hombres como para mujeres, así como también un hospedaje para peregrinos visitantes. Ellos estaban resueltos a que nunca más volviera a ocurrir que “no [hubiera] lugar para ellos en el mesón” en Belén, como sucedió en la época del nacimiento de Jesús.
Durante los treinta y cuatro años que permaneció en Belén, Jerónimo casi a diario impartió instrucción espiritual a los monjes y a sus otros seguidores. Con frecuencia él hablaba en homilías, tal como la que escribió sobre el Salmo 91, donde él interpreta la línea “el Señor.. . es mi refugio”, de esta manera: “Mi refugio, mi Dios.. . Tu sólo eres refugio; hay muchos heridos, pero sólo Tú eres médico”.
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