Si estás bajando por una escalera muy estrecha y empinada, ¿qué haces? Te aferras a la baranda. Si estás haciendo equilibrio sobre un árbol tumbado muy inestable, ¿qué haces? Te aferras a las ramas que hay a tu izquierda y a tu derecha. Si todavía no sabes andar en bicicleta, ¿qué necesitas? Un par de rueditas auxiliares que te ayuden a mantenerte derecho.
¿Y qué ocurre si tienes temor o te sientes solo? ¿Hay algo en lo que puedas confiar? En estos casos, una baranda, las ramas de un árbol o las rueditas auxiliares no prestan ningunas ayuda. Pero hay algo que siempre puede brindarte ayuda. ¿Sabes qué es? ¡La oración! Cuando oras, estás escuchando a Dios y aferrándote a los buenos pensamientos que vienen de El, y esos pensamientos te dan la ayuda que necesitas.
Quiero contarte lo que ocurrió cuando Anya se aferró a buenos pensamientos. Los domingos Anya concurre a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, donde aprende cosas acerca de Dios, el bien, y acerca de cómo orar. Todos los jueves Anya asiste a un instituto inglés donde aprende a leer y a escribir en inglés. El instituto queda bastante lejos, pero la mamá de un compañerito que también estudia inglés, lleva a ambos en su auto.
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