Durante Muchos Años viví Irlanda del Norte, en medio de la violencia, sobre un pequeño tramo de la ruta situada entre las dos facciones de nuestra dividida comunidad. Además de la violencia que imperaba, en mi hogar también había mucha violencia y yo era lo que se denomina una esposa golpeada.
Yo era una estudiante sincera de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) y había estado orando durante muchos años para poder hacer frente a esos desafíos. Pude lograr cierto grado de progreso en mi propia situación, pero parecía que nunca iba a poder superarlas del todo. Continué orando, esperando que Dios me señalara lo que debía cambiar en mi manera de pensar. Mi único deseo o motivo real para hacerlo era descubrir por mí misma, cómo era verdaderamente Dios.
Aunque llegué a ser practicista de la Ciencia Cristiana, (es decir, alguien que ayuda a otras personas por medio de la oración), no me había dado cuenta de que mi manera de pensar se iba llenando de amargura, de dureza y — debo decirlo — de una tenaz resistencia a perdonar.
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