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Protección contra la hechicería

Del número de noviembre de 1994 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

The Christian Science Monitor


La Hechiceria Pretende que la cooperación con el mal o el diablo otorga poder sobrenatural a quienes ejercitan su supuesta autoridad. Pero por medio del Cristo, la verdad de Dios, el Amor divino, podemos reconocer la naturaleza errónea de esta creencia y protegernos de ella.

La creencia en la hechicería actúa a través del temor y el odio. Aparece de diferentes maneras. Por ejemplo, en Africa donde yo vivo, una de las creencias asociadas con la hechicería es la creencia de que los padres son deidades. Pero cualquiera sea la forma que adopte la hechicería, un entendimiento correcto acerca de Dios pone al descubierto la naturaleza ilusoria de su supuesto origen y nos muestra que debido a que Dios, el bien, es el único poder, el mal no tiene origen ni poder verdaderos.

Dios, la Mente, es el único Principio del hombre, Su idea espiritual. En realidad, el hombre es el hijo de Dios, creado a Su imagen y semejanza. La imagen de Dios no es un creador personal ni un dios. Dios es nuestro Padre-Madre. Por lo tanto, creer que nuestros antepasados son dioses es quebrantar el Primer Mandamiento que figura en Exodo: “No tendrás dioses ajenos delante de mí”. Ex. 20:3.

El hombre no posee poder personal propio, sino que expresa a su creador sin ninguna limitación. La Sra. Eddy escribe en su libro Ciencia y Salud: “En la Ciencia, el hombre es linaje del Espíritu. Lo bello, lo bueno y lo puro constituyen su ascendencia”. Y continúa diciendo:“El Espíritu es la fuente primitiva y última de su ser; Dios es su Padre y la Vida es la ley de su existencia”.Ciencia y Salud, pág. 63.

La hechicería intenta hacernos creer que el mal es otro poder establecido para oponerse a Dios, el bien omnipotente. Por lo tanto, a fin de protegernos de la hechicería, debemos antes que nada percibir que ni la hechicería ni la supuesta hechicera, tiene inteligencia ni poder. Dios, la Mente divina, posee todo el poder, y Dios es la fuente de toda realidad. Por medio de la percepción espiritual de que Dios es el Amor divino, estamos en condiciones de anular el temor y el odio, y sin estos elementos la hechicería carece de puerta para entrar en nuestra vida.

El Amor, Dios, es Todo-en-todo. Protege todo a través de Su bondad ilimitada. El escudo del Amor cubre y protege al hombre y excluye todo peligro. Tal como leemos en 1 Juan: “El perfecto amor echa fuera el temor”. 1 Juan 4:18.

El hombre, imagen del Amor, refleja a su creador. Por lo tanto, es incapaz de hacer mal. El hombre creado por Dios — nuestro ser verdadero — no es la víctima ni el autor del mal. No puede ser un hechicero ni puede ser hechizado. Y el Amor divino lo protege del odio.

Creer que alguien nos odia, es albergar una creencia en el odio. Debemos comprender que el hombre no posee un poder personal para amar u odiar. Reflejamos el poder infinito de amar, que proviene de Dios; y es imposible para nosotros no amar. Dios nunca creó el odio. Por lo tanto, el odio no tiene realidad y nadie puede odiarnos verdaderamente, como tampoco nosotros podemos odiar a nadie.

Esta comprensión anula la creencia en la hechicería y nos permite demostrar su nada, y así nos protegemos de ella. Sea cual fuere su apariencia, la hechicería no es más que una creencia que se alimenta de temor y odio. Sus pretensiones de poder y autoridad son falsas, puesto que Dios, el bien, es la única fuente de poder genuino. Por medio del Amor divino, podemos, y debiéramos, eliminar el temor y elevarnos por encima de la creencia en el odio. De esta manera, probamos que ni nosotros, ni nuestro supuesto asaltante, podemos estar separados del amor infinito que nuestro Padre-Madre Dios expresa a través de Su Cristo.

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