La Alabanza A Dios nos salva de la oscuridad mental, tal como el temor y el desengaño. En el Antiguo Testamento el profeta Jeremías dice: "Sáname, oh Jehová, y seré sano; sálvame, y seré salvo: porque tú eres mi alabanza". Jer. 17:14.
La alabanza a Dios es la adoración y la oración eficaz. Esta alabanza nos libera del "Yo" que solo desea concentrarse en sí mismo. No podemos alabar a Dios cuando estamos demasiado ocupados en nosotros mismos. Cuando empezamos a alabar a nuestro creador, el "yo" humano cede al gran Yo soy, Dios, y las tensiones y las limitaciones desaparecen como la noche cede a la mañana. Pero esta alabanza a Dios no es una adoración material, un cántico meramente de labios; es de corazón, de un amor profundo a Dios, de un entendimiento de El, de gratitud, y, por lo tanto, es sincera. El hombre, que es la imagen y semejanza de Dios, como declara la Biblia, es creado para glorificar a Dios, y éste es nuestro verdadero ser.
El alabar a nuestro creador abre nuestro pensamiento a la influencia sanadora del Cristo, a la luz de la Verdad que nos guía de día y de noche, que transforma el pensamiento oscurecido, y lo ilumina con entendimiento espiritual, confianza y gratitud a Dios, el bien infinito.
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