Al Hablar De la Ciencia Cristiana me da satisfacción recordar mi primera curación, que para mí es una de las más importantes que he tenido.
En la primavera de 1990, me obsequiaron el libro Ciencia y Salud, y en el verano de ese mismo año por primera vez, fui de viaje al exterior, a visitar Inglaterra. Para entonces, ya había leído el libro, y toda vez que tenía algún tiempo libre, meditaba acerca de las ideas que había leído en él.
La primera parte del viaje era en tren y luego en barco, y cuando estuve a bordo del barco comencé a marearme. Entonces me puse a pensar en lo que escribió la Sra. Eddy en Ciencia y Salud. Me dije a mí misma: "¡No puedes enfermarte porque eres una idea de Dios!" Entonces pensé: "Está bien. Soy una idea. ¿Pero por qué una idea no puede enfermarse?"
Al principio parecía más bien una pregunta desconcertante que no sabía contestar. Entonces, de pronto, como un rayo de sol que atraviesa un cielo nublado, recibí una maravillosa explicación como si alguien me lo acabara de decir: "Supongamos que tuviera en mente la imagen de un copo de nieve, esto desde luego, sería tan solo una idea. Ahora, con el copo de nieve en mi mente, voy a una sauna, donde la temperatura es como de 100 grados centígrados. La pregunta es, ¿puede el calor derretir mi copo de nieve?"
La sola idea de tratar de derretir un copo de nieve "mental" a una temperatura "real" me hizo reír. Comprendí que sería imposible que la idea de Dios pudiera enfermarse al ser sacudida por las olas. Estaba tan absorta en estas reflexiones que no me di cuenta exactamente cuando se me pasó el mareo. Pero había desaparecido, y yo estaba muy feliz con mi primer descubrimiento de la naturaleza del hombre.
Esa percepción todavía hoy es invalorable para mí. Siempre que me veo enfrentada a una circunstancia amenazante me pregunto: "¿Puede un copo de nieve mental ser destruido al calentarlo?" Esta pregunta me deja con una sonrisa en los labios y con una profunda gratitud a Dios y a nuestra Guía en mi corazón. Nadie sería capaz de enumerar jamás las bendiciones que las verdades espirituales que revelan sus libros ya han traído, y ciertamente continuarán trayendo a toda la humanidad.
San Petersburgo, Rusia