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Una iglesia edificada sobre piedras vivientes

Del número de noviembre de 1995 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


"Tú Eres El Cristo, el Hijo del Dios viviente". Esta fue la respuesta de Pedro a la pregunta de Cristo Jesús: ".. . ¿quién decís que soy yo?" El reconocimiento, la aceptación y la identificación de Pedro del verdadero Mesías o Salvador, hizo que Jesús anunciara la edificación de su iglesia sobre una base espiritual, sobre la roca eterna, el Cristo, la verdadera idea espiritual de Dios. El Maestro declaró: "Sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella". Véase Mateo 16:13–18.

El himno N.° 176 del Himnario de la Ciencia Cristiana afirma que la Iglesia de Dios "sobre la Roca firme se fundó" y que cada uno de nosotros somos "piedras vivientes.. . cada una en su lugar". Según versión en inglés. Pero, ¿cuál es nuestro lugar en la iglesia? ¿Podemos comprender cuál es ese lugar sin antes comprender qué es realmente la Iglesia? En el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, Mary Baker Eddy ha dado a la humanidad una doble descripción de Iglesia, su significado científico y absoluto y una declaración que define la manifestación práctica de esta idea espiritual en la experiencia humana. Su explicación comienza así: "IGLESIA. La estructura de la Verdad y el Amor; todo lo que descansa en el Principio divino y procede de él".Ciencia y Salud, pág. 583.

Una estructura que descansa en el Principio divino, ¿no es acaso, una estructura que depende de la ley divina para su estabilidad? Y tal vez podríamos decir que "todo lo que.. . procede del Principio divino" no sólo descansa, sino que se mueve, avanza. La palabra proceder proviene del latín: pro-, que significa "hacia adelante", y cedere, que significa "ir". Por lo tanto, una idea espiritual que procede, es inevitablemente una idea espiritual que se desarrolla, y cuya misión — cuya continuidad y perpetuidad — podemos discernir y atesorar a través de la habilidad que Dios nos otorgó.

En la segunda parte de la explicación de Iglesia que da nuestra Guía, vemos con que belleza y naturalidad, esta idea divina que procede, se manifiesta en una institución humana activa. Para mí, esta segunda parte señala el ferviente deseo de nuestra Guía de que percibamos que nosotros somos las "piedras vivientes". Ella escribe: "La Iglesia es aquella institución que da prueba de su utilidad y eleva a la raza humana, despierta al entendimiento dormido de las creencias materiales para que comprenda las ideas espirituales y demuestre la Ciencia divina, y así echa fuera a los demonios, o al error y sana a los enfermos".lbid, ¡Qué manera tan inspirada de percibir a la Iglesia: llena de vida, con la gozosa reverencia de sus miembros expresada en obras diarias! A medida que esta activa percepción ilumina y vivifica nuestro entendimiento dormido, nos capacita para sanar y ser sanados.

Esta singular y verdadera idea de Iglesia, fundada en el Principio divino, ha apoyado, sostenido y revelado el poder sanador de Dios, a cada uno de sus miembros y a innumerables amigos, a lo largo de muchos años. Y sin duda alguna, continuará sosteniendo y trayendo curación, tanto a nosotros, como a toda la humanidad, ya que tal como lo declaró el Maestro: ".. . las puertas del Hades no prevalecerán contra ella".

¿Cómo podemos, entonces, ser nosotros "piedras vivientes" en esta demostración de Iglesia? ¿Cómo podemos nosotros, individual y prácticamente, dar pruebas de la utilidad de la Iglesia? ¿Podemos, por ejemplo, ayudar a "eleva[r] a la raza" enseñando en la Escuela Dominical, atendiendo la Sala de Lectura o distribuyendo literatura de la Ciencia Cristiana? ¿Estamos dispuestos a integrar la Comisión Directiva de nuestra iglesia filial, o aceptamos ser Lectores si somos elegidos? Y ¿qué decir de tocar el órgano o el piano en nuestros servicios, o cantar como solistas, o desempeñarnos como ujieres con genuina alegría y afecto, o compartir testimonios? Todas estas actividades serían, indudablemente, evidencia de que la verdadera idea de Iglesia ha despertado nuestro "entendimiento dormido".

Hay un lugar para cada uno de nosotros en la actividad de Iglesia. Cada uno de los hijos de Dios, es bendecido con talentos y habilidades que debemos reconocer, amar y utilizar, pues como reflejo de Dios, el hombre expresa la habilidad y el poder de Dios. ¡Es evidente que sólo cuando algo se utiliza puede dar prueba de su utilidad!

Quizás sintamos que no estamos lo suficientemente preparados para trabajar en algún cargo. Es sorprendente comprobar como muchos de nosotros no nos damos cuenta del potencial divinamente otorgado que hay dentro de nosotros, pero que permanece dormido. Si consultamos la Biblia, para obtener guía e inspiración, descubrimos que tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, hay diferentes clases de individuos que utilizaban sus talentos y habilidades para desempeñar las tareas designadas y dirigidas por Dios, talentos que al principio ¡ni ellos mismos sabían que Dios se los había otorgado! En realidad, la mayoría no se había percatado de sus aptitudes, hasta que — obedeciendo el llamado de Dios — avanzaron, guiando a multitudes y naciones, a latitudes superiores de consciencia espiritual. Esos personajes, que llegaron a ser líderes debido a su obediencia, eran "piedras vivientes" en la evolución de la comprensión de Iglesia, despertando a la humanidad universal de la creencia de que hay vida en la materia, a la comprensión de vida en y del Espíritu, Dios. El libro de texto nos dice: "Moisés adelantó una nación a la adoración de Dios en Espíritu en vez de materia e ilustró las grandes capacidades humanas del ser otorgadas por la Mente inmortal".lbid., pág. 200.

Hace muchos años, tuve una experiencia que despertó mi entendimiento dormido y estableció mi vida sobre una base espiritual, al ser testigo de la curación de mi hijo de dos años. Un día, repentinamente se puso molesto y muy enfermo. Comencé a orar pero el cuadro era tan angustiante que no lograba elevarme por encima del temor. Traté de que estuviera lo más cómodo posible y llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana. Ella me aseguró que el amor y el cuidado de Dios por todos Sus hijos son constantes, y que este niño poseía el derecho inalienable de que su ser fuera armonioso. Ese día hubo cierta mejoría en su condición, pero seguía bastante afiebrado, de modo que me quedé junto a él casi toda la noche.

Necesitaba confiar más en Dios, de modo que oré humilde y sinceramente a Dios para que me mostrara lo que yo debía saber o hacer. Yo sabía que la evidencia de los sentidos materiales era una mentira acerca de la verdadera identidad de nuestro hijo, como linaje espiritual de Dios. También sabía, que la verdad del ser es la ininterrumpida evidencia de la armonía espiritual y está siempre intacta. Entonces pensé: ¿Porqué continuaba, aparentemente, sumida en el temor?

Mientras reflexionaba profundamente acerca de mis oraciones, consideré que si bien eran bastante sinceras, también eran egoístas y aisladas. Algo estaba agitando mi pensamiento. El Cristo estaba despertando mi entendimiento dormido elevándome a nuevos conceptos de Dios y de Su Iglesia en su significado más universal. Comencé a preguntarme acerca de cuál debía ser mi participación como Científica Cristiana y qué significaba para mi participación como Científica Cristiana y qué significaba para mí la Ciencia Cristiana como madre. Me pregunté: ¿Estaba yo confiando realmente, y por completo, en el vestido indiviso de la Verdad o estaba todavía tocando levemente la superficie? ¿Era yo tan solo una espectadora en los servicios religiosos de la iglesia, que consideraba únicamente sus propias necesidades, o era una participante diligente a la demanda de una Iglesia universal, activa y vital, dispuesta a probarlo diariamente con los hechos?

En ese momento, me vino al pensamiento que la Lección-Sermón, que aparece en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, constituye un sermón global, pues abarca todo: se estudia diariamente y es el elemento principal de todos los servicios religiosos de la Ciencia Cristiana en todo el mundo. En el Manual de La Iglesia Madre, nuestra Guía dice que es una "lección de la que depende grandemente la prosperidad de la Ciencia Cristiana".Manual, Art. III, Sec. 1.

Entonces recordé que había retenido por más de dos años mi afiliación a una iglesia filial de la Ciencia Cristiana de una ciudad de la que nos habíamos mudado. Yo era un "miembro inactivo", no participaba de las actividades de la iglesia. En realidad, no había estado apoyando a la iglesia que me había apoyado a mí y a mi familia por más de cuatro generaciones. Ocasionalmente, enviaba un cheque a esa iglesia filial, pero ¿acaso era eso suficiente? Me di cuenta de que debía desempeñar las actividades que eran necesarias para la estabilidad, la continuidad y la perpetuidad del movimiento de la Ciencia Cristiana. Yo tenía que moverme junto con el movimiento, avanzando con buena disposición para que se manifestara la Iglesia en su totalidad, como aquello que "procede [del Principio divino]". De repente me di cuenta de que mi temor a la enfermedad había desaparecido y ya no sentía temor por el niño. Miré el reloj; habían pasado tan solo veinte minutos. Me acerqué a la cuna de nuestro hijo. Su temperatura y su respiración eran normales. ¡Había sanado!

Al día siguiente, la practicista y yo dimos gracias a Dios por el rápido restablecimiento de mi hijo y por mi propia regeneración espiritual. Mi concepto personal y limitado de Iglesia había cedido al concepto universal del Amor divino, que al incluir a toda la humanidad, ¡no podía dejar de incluirme a mí y a los míos! Esta idea más elevada del Amor divino, había destruido mi temor: la Verdad había despertado mi entendimiento dormido y la Ciencia divina había sido demostrada al satisfacer una necesidad inmediata. Había sido impulsada a edificar mi sentido de Iglesia sobre un fundamento espiritual: el Amor. "Nuestra Iglesia está edificada sobre el Principio divino, el Amor",Ciencia y Salud, pág.35. afirma el libro de texto.

Supe que tenía que convertirme en un miembro más activo de la Iglesia que diariamente traía bendición y curación a gente de todo el mundo. Y me volví más activa. Donde antes yo había sido un pedazo de madera inerte, ahora me convertí en una "piedra viviente". He tenido la alegría de trabajar por muchos años en casi todos los puestos de una iglesia filial. También he podido compartir con otros, en cierta medida, las verdades sanadoras de la Ciencia Cristiana a través de la práctica pública de la Ciencia Cristiana. Debido a la apertura que han tenido nuestros hijos al comentar a otros jóvenes lo que estaban aprendiendo del Amor divino, nuestro hogar llegó a ser un centro de amistades internacionales. Jóvenes de los cuatro rincones del mundo llegaban a nuestra casa, compartían una comida, pasaban una noche o dos, enriqueciendo a su vez, nuestra vida.

Hoy más que nunca, estas palabras de la Sra. Eddy expresan la necesidad de comprender lo que significa la Iglesia en la sociedad actual: "La Iglesia, más que ninguna otra institución, es en el presente el cemento de la sociedad, y debiera ser el baluarte de la libertad civil y religiosa".Escritos Misceláneos, págs. 144–145. La Iglesia de Cristo, Científico, establecida por la Sra. Eddy como resultado de su visión, oración y demostración espirituales, permanecerá en toda su originalidad, pureza y eficacia sanadora por todas las épocas. ¡Qué privilegio tenemos de reconocerla y de trabajar en ella!

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