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¿Casado? ¿Soltero? De todos modos usted es completo

Del número de noviembre de 1995 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Usted Siempre Ha sido completo. Si usted es casado, no se volvió completo el día en que se casó, ni carece de una mitad masculina o femenina si permanece soltero. Usted es el hijo de Dios y, por lo tanto, incluye cualidades tanto masculinas como femeninas. Uno ya es completo y no es algo que se adquiere o que se puede perder.

La autoridad que respalda el hecho de que somos completos se encuentra en el Capítulo 1 del Génesis. Allí leemos que Dios creó al hombre a Su propia imagen, varón y hembra, y que les dio dominio. No dice que tuvo que transcurrir cierto período de tiempo hasta que el hombre pudo ser completo. Tampoco dice que haya habido un período en que el hombre se convierte en incompleto o frustrado. En la realidad absoluta, no existe un solo instante en que usted — o sea, el linaje espiritual de Dios — fuera más completo, más pleno, de lo que usted es ahora. En realidad, nunca hubo un momento en que usted haya sido más perfecto de lo que ya es en este preciso instante.

No ha habido nadie más seguro de que era completo que Cristo Jesús. Sus enseñanzas manifiestan su comprensión de su unicidad con el Padre, y constituyen la base de su obra sanadora. Su declaración "Yo y el Padre uno somos", Juan 10:30. describe una unidad que no necesita de otro ser para sentirse completa y realizada y para lograr satisfacción. Aprendemos de las enseñanzas de Jesús, que así como el Padre-Madre es completo, el hombre, como reflejo, también lo es. A medida que nos acercamos más a Dios y obtenemos una comprensión más profunda de nuestra unidad con El, con el Amor divino, es inevitable sentirse completo como Dios nos hizo.

Si la situación que actualmente estamos viviendo nos hace sentir desdichados, podemos caer en la tentación de creer que lo que debe cambiar es la situación, para que podamos sentir la paz espiritual que proviene al sentirse completo, cuando en realidad debemos hacer precisamente lo contrario. Cuando cambia nuestra manera de pensar, cuando comenzamos a discernir algo de nuestro verdadero ser como expresión de Dios, entonces, sean cuales fueren las circunstancias, llegaremos a experimentar la paz que sólo Dios puede impartir. El verdadero sosiego, no depende de personas — ni de la ausencia de ciertas personas — sino de Dios.

Mary Baker Eddy escribe en Ciencia y Salud: "A medida que los mortales alcancen conceptos más correctos de Dios y del hombre, innumerables objetos de la creación, que antes eran invisibles, se harán visibles. Cuando comprendamos que la Vida es Espíritu, nunca en la materia ni de la materia, esa comprensión se desarrollará en autocompleción, encontrándolo todo en Dios, el bien, sin necesitar ninguna otra consciencia".Ciencia y Salud, pág. 264.

Durante algunos años, me resistí a la idea de sentirme completa porque estaba convencida de que para ser verdaderamente feliz, era necesario casarse. Concurría a reuniones sociales y me asociaba a organizaciones, tratando de encontrar esa "otra mitad" tan esencial para mí. Incluso, interrumpí mis estudios universitarios — un deseo que había atesorado largamente — por temor de caer en un desierto social. Pero llegó un momento en que sentí un vivo deseo de continuarlos.

Dejé mi empleo y me sumergí por completo en mis estudios. Al mismo tiempo, me esforcé por pensar que yo era completa debido a que era la imagen y semejanza de Dios, varón y hembra. La confianza en la guía de Dios, reemplazó los lineamientos rígidos de mi camino hacia la realización y la felicidad. Al ir poniéndola en práctica, fue volviéndose más fácil aceptar que eran realidades presentes de mi ser. La vida como estudiante universitaria presentaba sus desafíos, pero estaba muy lejos de ser el desierto que yo había imaginado. Cumplí con la meta de obtener un título universitario y pronto encontré un trabajo lleno de estímulos, donde se requerían mis conocimientos recién adquiridos.

Entonces, mantuve una conversación con una practicista de la Ciencia Cristiana acerca de las cualidades masculinas. Empecé a comprender que las verdaderas cualidades masculinas no se encuentran fuera sino dentro de nuestra propia consciencia. La hombría no es lo que una persona "posee" sino una idea espiritual que se puede valorar en cualquier parte, en cualquier momento y en cualquier individuo. Pude apreciar cualidades masculinas derivadas de Dios, tales como fortaleza, valor, dominio, decisión, valentía, tan pronto como aparecían. Lo que yo reconocía en otros, era mío también por así decirlo, era parte de mi concepto de hombre.

Empecé a comprender que las verdaderas cualidades masculinas no se encuentran fuera sino dentro de nuestra propia consciencia.

Comencé a valorar conscientemente las cualidades masculinas — y femeninas también — en mis amigos, en mis compañeros de trabajo, en mis relaciones sociales, en los miembros de mi iglesia y en mi misma. ¡Fue maravilloso para mí, escuchar un día a uno de mis superiores, alabar lo que él veía en mí, como un sentido de totalidad!

Un par de años más tarde, esta creciente sensación de totalidad incluyó un esposo y tres hijastros. Mi matrimonio me abrió muchas oportunidades para poner en práctica la manera de ver al hombre correctamente. Aprendí que es importante vernos completos no solo a nosotros mismos, sino también ver a los que nos rodean como la expresión de Dios, plena, madura y sin edad, cualquiera sea la forma en que los describan los sentidos materiales.

Por ejemplo, pensemos en los adolescentes. Si usted es una persona adulta, formúlese la siguiente pregunta: ¿Cuál es mi concepto actual acerca de los jóvenes? ¿Los veo como un grupo cuyas metas consisten fundamentalmente en escuchar música a un volúmen altísimo y mirar televisión excesivamente, mientras luchan por encontrar un sentido claro de identidad? Aunque usted se sienta maravillosamente completo o completa, si ve individuos que no lo son, es necesario que se esmere más en su esfuerzo por demostrar que es completo.

Podemos esforzarnos por emular los hechos de Cristo Jesús, cuando se encontró con individuos que buscaban su identidad. En lugar de no prestarles atención o de reprenderlos, Jesús les ofreció curación. A una mujer "sorprendida en adulterio", y a cuyos acusadores Jesús había reprendido, le dijo: "¿Ninguno te condenó?.. . vete, y no peques más". Véase Juan 8:1-11.

La Sra. Eddy describe el método de sanar de Jesús, de la siguiente manera: "Jesús veía en la Ciencia al hombre perfecto, que aparecía a él donde el hombre mortal y pecador aparece a los mortales. En ese hombre perfecto el Salvador veía la semejanza misma de Dios, y esa manera correcta de ver al hombre sanaba a los enfermos. Así Jesús enseñó que el reino de Dios está intacto, que es universal y que el hombre es puro y santo".Ciencia y Salud, págs. 476–477.

¿Y qué diría usted si fuera un niño o adolescente que tiene sólo a su papá o a su mamá? Puede ser útil percibir que el verdadero Padre y Madre es Dios y que usted está siempre con El. Si uno se esfuerza por conocer a fondo a este Padre celestial, (y para esta tarea es indispensable recurrir a la Biblia y a Ciencia y Salud), se comienza a valorar el cuidado maternal y paternal que ya están presentes en su vida. Se puede apreciar la expresión de la paternidad de Dios, en las cosas que un padre solo dice o hace; se puede sentir, en el apoyo y estímulo que brindan los compañeros del colegio, maestros, amigos más grandes o parientes. La Biblia ofrece también una ayuda insuperable, como por ejemplo, en los Diez Mandamientos y en el Sermón del Monte de Jesús. A veces, el amor paternal o maternal puede simplemente tomar la forma de un sentimiento maravilloso de paz, que se abriga en el corazón. Esas señales de los cuidados maternales y paternales de Dios, debieran valorarse en su justa medida.

¿Cómo podríamos ayudar a un amigo o familiar ya mayor, que no está en condiciones de cuidar de sí mismo? Cada vez que pensemos en ese ser querido, podemos esforzarnos por ver, tal como lo hizo Cristo Jesús, el reflejo de Dios, eterno e indestructible y saber que ésta es la verdad acerca de ese individuo. Entonces, comenzaremos a sentir el deseo de visitar o de ocuparnos de esa persona con verdadera alegría y no como una carga. Una idea de Dios, completa y espiritual, no puede quitarle nada a otra idea completa. Cada momento que estemos junto a ese familiar o amigo, puede convertirse en una oración llena de poder para la afirmación de la Vida eterna, bendiciendo a ambos.

Podemos regocijarnos a cada instante con las ideas espirituales del Amor divino siempre presente. Nunca hubo ni habrá ocasión alguna más grandiosa que la que estamos viviendo en este momento, ni ningún momento en que la generosidad del Amor estuvo o estará más al alcance de nosotros, que en este preciso instante. Cuando oremos humildemente tal como nos enseñó Jesús, "Hágase Tu voluntad", y nos sometamos al gobierno del Amor, descubriremos que ya somos completos. El sentirse completo se convertirá en una cualidad con la que sentiremos alegría de identificarnos a nosotros mismos y a los que nos rodean.

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