"¡ Yo No Puedo ser sanado después de todas las equivocaciones que he cometido!" "¡Nunca voy a poder ayudar a otros mediante la oración porque tengo muchas cosas que mejorar en mi propia vida!" "¡Tendría que haber esperado ese problema después del tipo de vida que he llevado!"
Elija una o todas las declaraciones mencionadas. ¿Pensó alguna vez que cualquiera de ellas se aplica a usted? Recientemente escuché un solo en la iglesia que me hizo pensar acerca de las innumerables ocasiones en que me condené mentalmente con frases como ésas. La letra dice en parte,
Cualquiera sean los temores que opacaron los años,
por más profundas que sean las heridas,
en El eres ahora tan perfecto
como cuando formó las estrellas. "Renewal" por Edgard Newgass.
¿Acaso el temor y los pensamientos de culpa nos impiden erguirnos, regocijarnos y comprender nuestra libertad e inocencia?
El hecho es que el hombre, que las Escrituras revelan que es realmente la imagen y semejanza de Dios, es espiritual y perfecto, siempre libre de culpa, demostrando el poder del Amor divino, y alegremente consciente del bien intachable. Las imágenes de errores pasados, enfermedades presentes, oportunidades perdidas, maldades, y tragedias accidentales son parte de la gran mentira de que el mal — como la mala suerte, la salud precaria, las equivocaciones estúpidas, los defectos de nacimiento y las deformidades genéticas — forma parte del hombre de Dios. Aunque los mortales presentan una mezcla del bien y el mal, esta es la falsificación del hombre real, que es espiritual, perfecto e inmortal. Comprender que todas las condiciones discordantes no forman parte de nuestro verdadero ser, nos libera mental y físicamente.
Esto no quiere decir que no tengamos el deber de arrepentirnos. Tenemos que comprobar nuestra bondad inherente. El arrepentimiento es un cambio completo de pensamiento, pero no debe ser un proceso que nos denigre. Incluye naturalmente una reforma genuina a medida que nuestra vida está acorde cada vez más con la verdad de nuestra pureza espiritual como hijos de Dios. El arrepentimiento nos permite comprender nuestra disociación de toda cosa mala y reconocer nuestra unidad con el Amor divino.
Cristo Jesús fue enfrentado una vez por oficiales del templo interesados en saber cómo reaccionaría el Maestro a sus planes de ejecutar a una mujer adúltera. Ellos tenían la evidencia y la certeza de la ley humana de su lado. Pero Jesús no solo revirtió la sentencia, él exoneró a la mujer por completo. Entendiendo el hecho espiritual de que el hombre de Dios está completamente separado del mal, él no la condenó. Al mismo tiempo, indicó que era requisito arrepentirse: "No peques más". Juan 8:11. Jesús veía tan claramente que los hijos de Dios son inocentes de toda equivocación que sanó la enfermedad, el pecado, y hasta derrotó a la muerte. Somos tan perfectos ahora como cuando Dios dijo: "Hagamos al hombre a nuestra imagen". Gén. 1:26. Por medio de este entendimiento somos capaces de despojarnos de toda carga de culpabilidad, que en realidad le pertenece a la mente mortal, el falso sentido de la vida y la inteligencia separados de Dios, el Espíritu.
Mary Baker Eddy, quien descubrió las reglas prácticas que respaldaban las obras de Cristo Jesús, presenta una verdad espiritual fundamental cuando declara en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud: "Permanece el gran hecho de que el mal no es mente. El mal no tiene poder ni inteligencia, porque Dios es el bien y, por tanto, el bien es infinito, es Todo".Ciencai y Salud, págs. 398–399. Pero otro pasaje muestra la necesidad de demostrar esto, y el modo de hacerlo: "Por medio del arrepentimiento, el bautismo espiritual, y la regeneración los mortales se despojan de sus creencias materiales y de su falsa individualidad.. . Negar las pretensiones de la materia es un gran paso hacia las alegrías del Espíritu, hacia la libertad humana y el triunfo final sobre el cuerpo".lbid., pág. 242.
Si solo Dios, el bien, el Principio divino, gobierna al hombre, entonces toda equivocación, tragedia, malestares físicos, y oportunidades perdidas no pueden ser creadas por Él. Ya que Dios creó todo, y Él lo creó bueno, cualquier error pasado debe ser fundamentalmente una ilusión, una sugestión producida y promovida por la mente mortal, y no por la Mente divina y única.
Por medio del valor espiritual podemos sustraernos al error y al pecado y dejar de vivir los castigos auto-impuestos por cualquier asociación con el mal. Podemos entender que el error, la mente mortal, es la única culpable y ya ha sido sentenciada al olvido por la ley de Dios.
Nuestro arrepentimiento y reforma incluyen un profundo entendimiento de que Dios, el bien, es Todo-en-todo y que nosotros no serviremos a ningún otro Dios sino al Amor divino. Nuestro gozo, armonía, tierna inocencia son inviolables. El hijo de Dios — nuestra verdadera identidad — nunca salió del reino de los cielos, y nosotros somos capaces de ver aquí y ahora todo el bien que el Padre tiene para Su hijo bienamado.
Esta verdad brinda poderoso consuelo y libertad a cualquiera que se esfuerza por encontrar cómo renunciar al pasado.