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La oración y la búsqueda de la curación

Del número de noviembre de 1995 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Hasta Qué Grado la gente está buscando curación? Muchos de nosotros conocemos personas que anhelan sanarse de algún problema. De hecho, puede que alguno de nosotros esté buscando curación. También podemos analizar la cantidad de dinero que la gente está gastando tanto en los métodos convencionales como en los métodos alternativos. Si esto fuera nuestra vara de medir, creo que todos estaríamos de acuerdo en que la búsqueda de la curación es muy grande. Un estudio muy difundido, indica que en los Estados Unidos la gente está gastando $14 mil millones por año, únicamente en métodos alternativos de tratamiento.

La pregunta importante es: ¿Qué podrá ayudar a todos los buscadores a encontrar lo que necesitan, en su significado más profundo? Una respuesta importante y simple es la oración. En nuestra búsqueda de curación, nos ayuda el deseo honesto y humilde — que es en sí una forma de oración — de conocer qué es lo que produce la salud. No obstante, es un deseo que no supone desde un principio que la respuesta tenga algo que ver con la manipulación física. Tampoco podemos suponer que comprender lo que produce la salud, se basa en ampliar nuestro conocimiento de bioquímica o psicología, o de estar a la espera del desarrollo de una nueva tecnología.

La oración que nos lleva a la mejor respuesta incluye que nos apartemos — más aún, que no admitamos — ninguna de las teorías materiales creadas por el hombre, y que orientemos nuestro pensamiento en una dirección completamente diferente. Esto implica abrir nuestro pensamiento a lo que Dios, el Espíritu, nos está revelando.

Tal oración ha guiado a la gente hacia la Biblia, a leerla de una forma que quizás jamás la hayan leído antes, deseando más que nunca encontrar iluminación y guía divina, y anhelando comprender a Dios y Sus leyes. Esta es la oración que busca comprender la base de la curación cristiana, saber que fue lo que capacitó a Cristo Jesús para restaurar la salud, entender lo que capacitó a sus discípulos y a los apóstoles para sanar Cuando reflexionamos sobre esto, nos referimos al deseo de conocer la Ciencia de la curación cristiana.

Cuando la gente siente el profundo deseo de entender esa ciencia, es guiada hacia la Ciencia Cristiana. Es lo que guió a Mary Baker Eddy al descubrimiento y finalmente a la total comprensión de esta Ciencia. En Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras ella explica su experiencia como sigue: "Durante tres años, después de mi descubrimiento, busqué la solución de ese problema de la curación por la Mente, escudriñé las Escrituras y leí poco de otras cosas, me mantuve alejada de la vida social y dediqué tiempo y energías al descubrimiento de una regla positiva. La búsqueda fue dulce, tranquila, animada por la esperanza, no egoísta ni deprimente. Yo sabía que el Principio de toda acción armoniosa de la Mente es Dios, y que las curaciones se producían en los primeros tiempos de la curación cristiana mediante una fe santa y enaltecedora; pero tenía que conocer la Ciencia de esa curación, y llegué a conclusiones absolutas mediante la revelación divina, la razón y la demostración".Ciencia y Salud, pág. 109.

Quizás nosotros ya estemos explorando la Ciencia Cristiana para nosotros mismos. De hecho, tal vez la hemos estudiado y practicado por años. ¿Acaso puede pensarse entonces que podemos tener menos que el ferviente anhelo de comprender y demostrar la Ciencia de la curación cristiana? Por supuesto que no. Así como indica la cita mencionada, la Sra. Eddy reconoció la fuente divina de esta Ciencia, y su aplicación práctica a todas las necesidades de la humanidad, y todo lo que ella misma tenía que aprender de esta Ciencia. Entonces hasta el estudiante experimentado de la Ciencia Cristiana debería anhelar obtener una mayor comprensión espiritual y tener el vivo deseo de saber más de la Ciencia del cristianismo. Este tipo de oración lleva al estudiante de una comprensión más o menos rudimentaria de la Ciencia divina, a una comprensión más profunda y más amplia. E inevitablemente le permite realizar un trabajo de curación más eficaz.

La gente que necesita curación, las personas que desean ser sanadoras, la gente en todos los ámbitos de la vida, están encontrando curación — y mucho más — a medida que su búsqueda de la salud los encamina hacia la Ciencia del cristianismo. Están aprendiendo que solo hay una Mente, un Creador, una causa, Dios, y que El es el bien; que Su creación debe expresar Su naturaleza y nada más, y que, por lo tanto, el hombre y el universo son verdaderamente espirituales y son la expresión del bien y están gobernados únicamente por la ley divina. A su vez están descubriendo y experimentando el poder sanador y redentor que resulta de comprender esta Ciencia de Dios y del hombre.

Allí mismo donde la búsqueda es sincera, donde la gente está mirando en distintas direcciones para obtener curación, la oración está ayudando como nada más puede hacerlo. Está revelando la Ciencia divina.

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