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Me Gustaría Compartir un testimonio de curación que ocurrió hace dos años. Apurada para ir a trabajar, me descuidé y derramé como dos litros de agua hirviendo sobre mi pierna. El dolor fue horrible, pero no consulté con un médico, ni tampoco solicité ayuda médica. Continué yendo a trabajar todos los días y oré por mí sin cesar. Al poco tiempo, mi pierna sanó muy bien y completamente, sin dejar ninguna marca de la quemadura.

Otra curación tuvo lugar el año pasado en el trabajo, cuando de repente un pie se me quedó atrapado en un cable eléctrico que se encontraba tirado en el suelo. Caí tan mal que me rompí la clavícula. Mi mano me dolía mucho y estaba completamente tiesa. Me llevaron al hospital y el doctor me ajustó el hueso y me puso yeso en todo el torso. Me informó que la situación era bastante seria. Al principio pensé que sería necesario cancelar mi viaje a mi asociación de la Ciencia Cristiana, aunque era muy importante para mí. Sin embargo, después de un período de oración llena de inspiración, decidí que me quitaran el yeso. Así lo hizo el médico con mucha reticencia ante mi firme decisión. Fui a mi asociación y la reunión me trajo mucha inspiración y ayuda para mi curación. Muy pronto la clavícula y la mano sanaron completamente, sin ninguna de las complicaciones que el médico estaba seguro de que ocurrirían.

Ahora quisiera compartir una curación de la que estoy muy agradecida, porque la he esperado cerca de diez años. Por muchos años estuve muy gorda. Continué orando, y también trabajando con una practicista de la Ciencia Cristiana para sanarme de la obesidad. En la página 254 de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy leemos: "Son consecuentes quienes, velando y orando, pueden 'correr y no cansarse;.. . caminar, y no fatigarse', que logran el bien rápidamente y mantienen su posición, o que lo obtienen lentamente y no se rinden al desaliento.. . Cuando pacientemente esperamos en Dios y honradamente buscamos la Verdad, El endereza nuestra vereda".