La Celebracion De la Pascua culmina el tradicional período de la Cuaresma que comienza con el miércoles de Ceniza. Durante este período, muchos cristianos hacen algún tipo de ayuno en un esfuerzo por conmemorar el ministerio y el sacrificio que hizo Cristo Jesús en beneficio de la humanidad.
El ayuno religioso a menudo se relaciona con el deseo de entender lo que puede lograr un amor espiritual y abnegado. Pero no es necesario que consideremos que nuestro ayuno sólo se limita a un período del año. En la Biblia, el libro de Isaías habla de un cierto tipo de ayuno que afecta nuestro ser interior, nuestros pensamientos y deseos, así como también nuestro comportamiento externo. Relata que Dios le habla al hombre y le dice: "¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?" Isa. 58:6.
Esto pone al tema del ayuno en términos de nuestra relación con Dios así como también con nuestro prójimo. Por ejemplo, "las ligaduras de impiedad" pueden ser las tentaciones de pecar: ser inmoral, defraudar a otros, ser rencoroso. Las "cargas de opresión" podrían ser sentimientos de miedo o depresión que nos afectan a nosotros o a nuestras amistades y vecinos. Los yugos a romper pueden ser las limitaciones: la esclavitud mental, los sentimientos de ineptitud, o el temor de aceptar responsabilidades.
Ayunar de esta manera casi seguro traería aparejado un cambio profundo en nuestra vida y ayudaría también a quienes nos rodean. Tendría este impacto porque requiere que aceptemos una base espiritual para nuestra vida, que nos acerquemos a Dios. Y al hacerlo, rechazamos la creencia de que somos meros seres materiales irremediablemente aprisionados en el pecado y la limitación.
Para cada uno de nosotros, el cambio se desarrolla en nuestra propia consciencia. Al referirse a una ocasión en que Cristo Jesús predicaba acerca del ayuno, la Sra. Eddy dice en The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany: "Solamente abstenerse de comer no era suficiente para cumplir con su demanda. El intento de su prédica era: Silenciad los apetitos, las pasiones, y todo aquello que batalla contra el Espíritu y el poder espiritual".Miscellany, pág. 339.
Silenciamos todo lo que combate al Espíritu, Dios, cuando comprendemos la naturaleza espiritual que tenemos por ser los hijos e hijas de Dios. Este cambio en nuestro pensamiento comienza a librarnos de la creencia de que estamos supeditados a la materialidad, con todos sus apetitos y pasiones. Por ejemplo, cuando llegamos a entender que cada uno de nosotros es el hijo del Amor divino e infinito, Dios, comprendemos que nunca podremos estar separados del Amor, ni tampoco perderlo. El resultado práctico de este entendimiento es que podemos resolver mejor los pesares nuestros o de otros. En vez de pensar en nuestro propio interés, podemos expresar más amor y así aliviar las cargas propias o de los demás.
Cuando obtenemos una mejor comprensión de que el hombre es inseparable de la Vida, el Espíritu, nos elevamos por encima del pecado porque llegamos a darnos cuenta de que la vida es realmente espiritual. Entonces las tentaciones de los sentidos materiales, ya sea que tiendan a la inmoralidad o a la codicia, el egoísmo, el enojo u otro pecado, comenzarán a perder su asidero sobre nosotros. Puede que todo esto no ocurra al mismo tiempo, pero el creciente gozo y libertad que provienen de la espiritualidad nos mostrarán gradualmente cómo ser libres.
A medida que aceptamos el hecho espiritual de que cada uno de nosotros expresa a la Mente, o inteligencia divina, comprendemos que la limitación no puede formar parte del infinito. Y dado que la Mente, Dios, es todosapiente, nuestras oraciones para entender esta Mente y seguir su guía nos mostrarán todo lo que necesitamos saber.
El desarrollar nuestra confianza en Dios y en nuestra espiritualidad innata es un esfuerzo de toda la vida. Pero dar el primer paso para hacer el ayuno que Dios ha elegido, hará mucho para traer más armonía y salud a nuestro mundo.
