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Una simple verdad es curación eficaz

Del número de abril de 1995 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Probablemente, Todos, En alguna ocasión, al vernos ante un problema, nos hemos rendido aun antes de intentar resolverlo. Resulta más fácil decir: "¡Es demasiado difícil para mí; nunca lo voy a entender; me es imposible hacerlo!"

Los que recién comienzan el estudio de la Ciencia Cristiana, quizás se sientan intimidados cuando conocen a otras personas que se han criado en la Ciencia, o que ya hace muchos años que la están estudiando. Cuando se presentan desafíos, uno quizás sienta la tentación de sentirse desvalido al pensar en que todavía tiene mucho por aprender o que la curación aún no está a su alcance.

No se desanime. Nuestra habilidad para sanar a través de la oración no se basa en cuanto sabemos; es, más bien, el resultado de la calidad de nuestro pensamiento, de tener un corazón abierto y honesto para recibir y comprender las sencillas verdades que nos revelan nuestra oración y nuestro estudio. Cristo Jesús, nuestro amado Maestro, nos instruye con estas palabras: "De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos". Mateo 18:3. Esta clase de pensamiento puro, inocente, propio de un niño — que es tan necesario para discernir y experimentar la armonía de la realidad espiritual — no depende de los años de estudio, sino que es inherente a nuestra verdadera naturaleza como hijos de Dios y, por lo tanto, está siempre a nuestro alcance.

La Sra. Eddy destaca la importancia del "espíritu" por encima de la "letra" cuando expresa en Ciencia y Salud: "La parte vital, el corazón y alma de la Ciencia Cristiana, es el Amor. Sin éste, la letra es sólo el cuerpo muerto de la Ciencia — sin pulso, frío, inanimado".Ciencia y Salud, pág. 113. Esto no significa que no sea importante estudiar con dedicación la Biblia y los escritos de la Sra. Eddy. ¡Todo lo contrario! Pero, en realidad, la comprensión correcta de tan sólo una verdad espiritual puede sanar por completo problemas tanto físicos como morales. La verdad del ser es eficaz, debido a que es la ley de Dios y opera permanentemente. Nuestra demostración de este hecho se produce gradualmente, y cada experiencia nos impulsa a seguir avanzando y nos inspira a querer aprender cada vez más.

Mi propia experiencia respecto a estas verdades incluye muchas curaciones, desde el momento en que conocí por primera vez mi verdadera relación con Dios como Su amado linaje espiritual. Mi receptividad a esta verdad se produjo después de años de soportar la enfermedad que me limitaba constantemente. Estuve padeciendo de alta presión sanguínea desde mi nacimiento; por lo cual debía restringir toda actividad y vivir permanentemente tomando medicamentos. En un momento dado, les aconsejaron a mis padres que consideraran hacerme una operación quirúrgica a corazón abierto para intentar salvar mi vida, pues los médicos aseguraban que no llegaría a los veinte años. Debido a los riesgos que en esos momentos implicaba esa decisión, mis padres decidieron esperar un poco.

Al comenzar mi estudio de la Ciencia Cristiana, aprendí algunas verdades muy simples: que Dios es Todo-en-todo, que Dios es bueno, y que el hombre es el reflejo espiritual del bien infinito. Pertrechado únicamente con esas verdades, decidí abandonar los medicamentos y vivir en completa libertad. Muy poco tiempo después, experimenté una curación maravillosa de este problema que había persistido por más de treinta años.

Es cierto que Dios provee exactamente lo que necesitamos en su momento preciso. La Biblia nos asegura que Dios es "nuestro pronto auxilio en las tribulaciones". Salmo 46:1. Experimentamos esta ayuda cuando hay honestidad en nuestro corazón, cuando nuestros motivos y afectos son puros, cuando con sinceridad cedemos a lo que constituye nuestra verdadera naturaleza que incluye bondad, pureza, gozo y santidad. En el libro de Santiago leemos: "Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros". Sant. 4:6–8.

Cuando comprendemos que Dios, el Amor, está siempre presente, que es Todo, y que el odio, la enfermedad, el pecado y el sufrimiento, que aparentemente ocupan tanto espacio en nuestra vida diaria, no tienen un fundamento sólido ni son tan reales como parecen, comenzamos a sentir menos temor, a amar más y a sentirnos seguros bajo el cuidado del Amor. Por mucho que hayamos progresado en nuestra comprensión acerca de Dios, siempre es suficiente que cada uno de nosotros reconozcamos la verdad espiritual que trae curación. Y al ir venciendo los desafíos vamos progresando y podemos cultivar un entendimiento más profundo y más completo acerca de Dios y de nuestra relación con El. Esto nos permite orar de una manera más eficaz por los demás.

¡Es maravilloso saber que cada vez que deseamos buscar a Dios humildemente, con todo nuestro corazón y con sencillez, podemos apoyarnos confiadamente en El para recibir esa luz transparente de la Verdad que trae curación!

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